Todos los conductores tienen el derecho a comprobar la cantidad de combustible que han repostado. Algo que muchos se desconocen y que se puede saben con una sencilla prueba: la de la probeta.
¿Cómo es la prueba de la probeta?
Por ley, todas las estaciones de servicio tienen que ofrecer la prueba de la probeta: la única vía para saber si un surtidor está correctamente calibrado. Es un método tan fácil como rápido, ya que la comprobación lleva el mismo tiempo que un repostaje habitual.
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Consiste en fijar los litros en el surtidor y, en lugar de echarlos en el depósito, hacerlo en este instrumento volumétrico para revisar si la cantidad solicitada es la misma que la servida. Esta herramienta no puede ser manipulada, porque está calibrada y precintada.
Las gasolineras, obligadas
Si es igual, no hay manipulación. ¿Y si hay diferencias porque hay menos combustible del pedido? El conductor podrá denunciar los hechos: este tipo de estafas suelen saldarse con elevadas multas e, incluso, con el cierre de la estación de servicio.
El usuario también podrá tomar medidas legales si la gasolinera se niega a cumplir con su petición de la prueba de la probeta: están obligadas a ofrecerla y a llevarla a cabo.
Homologados e inspeccionados
Cabe recordar que todos los surtidores que llegan a las gasolineras están homologados, precintados y calibrados. El objetivo es impedir que sean manipulados, pero hay instalaciones que los adulteran: se deshacen del precinto, modifican el medidor y, después, lo ponen en marcha. De esta manera, consiguen que el conductor pague una cantidad de litros y reciba una inferior.
Para evitar estas situaciones, cada año, las estaciones de servicio deben superar una inspección en la que todos los surtidores son revisados por un organismo homologado por la Entidad Nacional de Acreditación (ENAC). Si la instalación lleva a cabo una reparación, también hay que pasar por este proceso.
Además, los protocolos de esa revisión los establece el Ministerio de Industria y con ellos se comprueban los precintos y la cantidad de combustible que sirven las mangueras, cuya desviación no puede superar el 0,5% del volumen.
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Desde que aprendió a hablar y escribir, una de sus pasiones siempre fue contar todo lo que pasaba a su alrededor. Hizo las maletas y cambió Zaragoza por Madrid para estudiar Periodismo en la Universidad Complutense. Antes de graduarse, el mundo del motor se cruzó en su camino… y nunca lo ha abandonado.