Las imágenes han dado la vuelta al mundo gracias a las redes sociales: terrenos con miles de coches abandonados en China. La mayoría de ellos son eléctricos y comparten espacio con basura y maleza: es la ejemplificación del inesperado problema que tiene este país con este tipo de vehículos.
Hablar de China es hacerlo de un país que representa el 60% de la flota eléctrica actual del mundo. Tiene, además, la infraestructura de carga más amplia del planeta. En 2022, fabricó unos seis millones de vehículos eléctricos e híbridos enchufables, es decir, uno de cada tres coches nuevos vendidos allí.
Y, sin embargo, ese desenfrenado desarrollo del coche eléctrico ha dejado por el camino muchas víctimas: los cementerios de vehículos son el mejor ejemplo de ello. No se trata de un incidente aislado. Bloomberg asegura que el fenómeno se repite, desde 2019, en docenas de ciudades chinas.
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Los coches eléctricos compartidos
Estos terrenos y descampados acogen miles de coches eléctricos: todos son iguales. Son modelos modernos y la carrocería de la mayoría de ellos es de color blanco. Un patrón reconocible en la razón que explica la existencia de estos cementerios: la caída de los vehículos compartidos en China.
Hace unos diez años, impulsados por las ayudas gubernamentales, cientos de fabricantes chinos pusieron en marcha sus líneas de producción para alumbrar coches eléctricos. Modelos pequeños, con niveles básicos de calidad interior y baterías que apenas garantizaban una autonomía de 100 kilómetros.
Las razones del abandono
El conductor particular no los veía con buenos ojos, pero para las empresas de carsharing, o coche compartido, eran el modelo perfecto. Ahora, aquel pujante negocio se ha desinflado y muchas de aquellas compañías, que fueron las primeras en adoptar los vehículos eléctricos, han cerrado.
Después de aquel fracaso, los vehículos de ‘carsharing’ fueron abandonados: algunos con tanta prisa que todavía conservan sus accesorios en el salpicadero. La mayoría de ellos acumulan polvo mientras la maleza se abre paso a su alrededor y en su interior.
Otra de las razones para olvidarlos en estos cementerios es que estaban a punto de quedarse atrás a medida que los fabricantes lanzaban nuevos modelos con mejores características y autonomías más extensas.
¿Un augurio?
Para muchos representan los excesos de una industria floreciente y para otros es la imagen que podría predecir el futuro de los vehículos eléctricos sin una correcta gestión. Y es que China se enfrenta ahora a otro de los puntos sensibles de estos coches: su reciclaje y el de sus componentes con especial atención en las baterías.
Y es que no hay que olvidar que este caso es semejante al vivido, hace unos años y también en China, con las bicicletas compartidas. El colapso del sistema empleado para este medio de transporte se tradujo en millones de ejemplares tirados en zanjas, ríos, aparcamientos… tras el auge y caída de aquel negocio.
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