Citroën clasifica al Ami como un objeto de movilidad. No lo consideran un automóvil, aunque tenga cuatro ruedas, sino un medio de transporte urbano sencillo, eficiente y económico. Así que alejarlo de ese entorno suena a atrevimiento. El mundo es de los valientes…
Una unidad del más pequeño de la saga de los chevrones recorre durante estas semanas el Camino de Santiago. Como marca gallega, por su significativa implantación industrial, y en año Xacobeo el contexto parece ideal para enfrentar al Ami a este desafío mayúsculo para un vehículo eléctrico homologado como ciclomotor y que, por tanto, no supera los 45 km/h de velocidad punta (y también se puede conducir desde los 15 años con la licencia correspondiente).
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Con relevos entre periodistas de medios especializados, entre ellos EL MOTOR, el Ami completará en 23 tramos y durante ocho días los 764 kilómetros que separan Ronvescalles, en Navarra, de Santiago de Compostela (A Coruña), el conocido como Camino Francés. Se aleja de las urbes y se adentra en la carretera, exprimiendo al máximo de sus posibilidades los 75 kilómetros de autonomía homologada sin emisiones.
Ello es posible gracias a una batería de iones de litio con una capacidad de 5,5 kWh, que alimenta un motor eléctrico con una potencia de 6 kW (8 CV) para mover un peso total de 471 kilos. Se trata de un biplaza (como no podía ser de otro modo por la legislación de los ciclomotores), que mide solo 2,41 metros de longitud con una anchura de 1,39 metros.
¿De qué planeta viniste?
Dentro de este original proyecto de Citroën España, EL MOTOR recorrió el tercer y último tramo de la primera jornada del Camino de Santiago, concretamente entre las localidades navarras de Artajona y Cárcar. Medio centenar de kilómetros por carreteras secundarias y atravesando algunas poblaciones de la zona, en las que, desde luego, el Ami no pasaba desapercibido.
En algunas ciudades de España su presencia es más habitual, entre otras razones por su uso en flotas de movilidad compartida, pero en un entorno más rural el pequeño Citroën parece llegado de otro planeta. Su particular diseño simétrico (la parte delantera y trasera son idénticas excepto por la iluminación), su aspecto simpático y original y la naturaleza eléctrica de su mecánica despiertan un interés inusitado.
En carretera también reclama la atención, aunque en este caso por verse limitado a circular a una velocidad poco frecuente en este tipo de vías. Lo hace de forma legal, por supuesto, pero rodar a 40 o 45 km/h puede ser frecuente en motocicletas de hasta 50cc, pero no así en un vehículo, que aunque de dimensiones reducidas, ocupa más espacio sobre el asfalto.
Así que con paciencia, atención a los retrovisores laterales (carece del central interior) y facilitando los adelantamientos, el Citroën Ami fue completando poco a poco los algo más de 50 kilómetros del relevo correspondiente. Fuera de las calles de la ciudad, sus características propias condicionan un uso para el que no está concebido, ni por la estructura tubular de su chasis, sus sistemas de seguridad mínimos y, sobre todo, sus prestaciones escasas.
Lo que no desentona es la autonomía eléctrica. Al iniciar el recorrido el indicador mostraba 60 kilómetros y se completó este tramo del Camino de Santiago sin agotar la batería, con carga suficiente para otra decena de ellos. Así que el Ami es fiable en este sentido, incluso exigiéndole el máximo de su potencia en carretera. En la ciudad todo es más sencillo para este objeto de movilidad, especialmente para su motor y transmisión de una marcha, que a máximo rendimiento resultan bastante ruidosos.
El Citroën Ami volverá a su vida urbanita cuando concluya su peregrinaje hasta Santiago. Y allí se encontrará más cómodo y satisfará las necesidades de desplazamiento de determinados usuarios. No es un coche eléctrico, y hay que tenerlo muy en cuenta entre otras cosas porque cuesta menos de la mitad que el más económico de ellos. Se puede comprar exclusivamente a través de la web de la marca, con un precio de arranque de 7.200 euros, con una ayuda de hasta 1.600 euros con el Plan Moves III.
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Una vida sobre ruedas. De piloto (malo) de motocross a periodista deportivo en Diario AS, incluyendo una década en los grandes premios de MotoGP. Apasionado de los coches y las motos, en más de 30 años ha tenido el privilegio de probar unos cuantos cientos de unos y de otras. Ahora, subdirector en Prisa Motor.