Los microcoches ya vivieron un momento de gloria en la Europa arrasada por la Segunda Guerra Mundial. La escasez de automóviles, la crisis económica y la necesidad de movilidad para conseguir la normalización de la vida en las ciudades estimularon la imaginación. Y como resultado del aprovechamiento de mucho material del desguace bélico y de la ingeniería de industrias casi desmanteladas como la aviación, surgieron unos coches de tamaño reducido a la mínima expresión, económicos y muy sencillos de mantener.
Los ejemplos más conocidos en España fueron los Isetta (bautizado coloquialmente como huevo) y Goggomobil, ambos desarrollados en Alemania, o el francés Biscúter, un minúsculo automóvil de 2+2 plazas que incluso se llegó a fabricar en España.
Ahora, muchas décadas después, los microcoches vuelven. Y lo hacen de la mano de marcas como Toyota, Citroën y Micro Mobility. Todos apuestan por tamaños mínimos para circular y aparcar por ciudad, mecánicas eléctricas para no contaminar y precios contenidos que permiten resolver la movilidad urbana al menor coste.
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Un mini-Toyota
El Toyota C+Pod es un coche urbano, de dos plazas y de motor eléctrico. Toyota lo clasifica como un vehículo ultracompacto BEV (eléctrico puro) y ya ha empezado su producción. Pero inicialmente será fabricado en una pequeña serie, destinada a ser comercializada en Japón por un equivalente a 13.000 euros antes de su lanzamiento a gran escala, que se prevé para dentro de un año. Vuelven los microcoches.
El modelo de Toyota mide 2,49 metros (ocho centímetros más que un Citroën Ami) y su interior dispone de dos plazas y un cuadro de instrumentos minimalista pero muy tecnológico. Destaca por su equipamiento de serie, ya que incluye entre otros detalles asientos calefactables, climatizador y asistencias a la conducción como la detección de peatones o ciclistas y un dispositivo de precolisión activo.
Por ahora probará su eficacia en el país asiático como vehículo de apoyo para ayuntamientos y organismos oficiales, en servicios como la asistencia sanitaria a domicilio. Pero la idea de Toyota es que en 2022 ya esté disponible para el resto del mundo.
En cuanto a la mecánica, ubica la batería bajo el piso y el motor, de 12,3 CV, en el eje trasero. La capacidad de la pila es de 9 kWh y, con una velocidad limitada a 60 km/h, el Toyota C+Pod declara una autonomía máxima de 150 kilómetros (WLTP). En un enchufe doméstico, la batería descargada recupera su capacidad máxima en unas diez horas. Y además, el Toyota tiene la particularidad de que, en caso de emergencia, como en un apagón de corriente doméstica, puede suministrar energía (1,5 kW – 100V).
El Isetta resucita
Por otro lado, la empresa Micro Mobility acaba de confirmar la puesta en marcha de la producción de su modelo Microlino, de estética retro y que este mismo año estará disponible por menos de 13.000 euros. También es un microcoche eléctrico, de 2,4 metros de largo y 513 kilos de peso, y se caracteriza por su puerta de apertura frontal. Recupera el concepto del famoso Isetta de los años cincuenta, pero añadiendo las tecnologías del siglo XXI, como por ejemplo los faros y pilotos led.
El motor tiene una potencia de 15 CV, que le otorgan prestaciones superiores que las del Toyota C+Pod o el Citroën Ami. Alcanza una velocidad máxima de 90 km/h, acelera de 0 a 50 km/h en cinco segundos y además se podrá elegir entre dos baterías (8 o 14,4 kWh), que disponen de autonomías respectivas de 125 y 200 kilómetros.
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Cuatro décadas informando sobre el mundo del motor y probando coches de todas las categorías. Después de trabajar en diversos medios especializados (Velocidad, Auto1, Solo Auto, Motor 16, Car and Driver, EcoMotor...), ahora en Prisa Media para seguir cubriendo la actualidad en plena revolución tecnológica del automóvil.