¿Puede saberse cuánto contamina un coche que no contamina nada? La primera respuesta posible –y casi oficial– es que los vehículos sin emisiones lanzan a la atmósfera en España, como media, 58 gramos de CO por kilómetro recorrido. Es el dato calculado por Aedive, la asociación empresarial para el impulso del vehículo eléctrico, a partir de un informe del Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico.
Los coches eléctricos no emiten CO2 mientras circulan, pero la electricidad con que se alimentan no siempre proviene de fuentes renovables. Por tanto, para llegar a esa cifra de 58 gramos por kilómetro, Aedive toma como punto de partida las emisiones medias necesarias para la producción de electricidad en España y un consumo medio de los coches eléctricos de 15 kWh cada 100 kilómetros.
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La segunda respuesta posible la ofrece una herramienta estrenada este año en el sitio oficial de Transport & Environment (T&E), la Federación Europea de Transporte y Medio Ambiente: los coches eléctricos emiten en Europa casi tres veces menos dióxido de carbono que los turismos de gasolina o diésel equivalentes.
Si se atiende al dato calculado por Aedive, la conclusión de T&E no vale para todos los fabricantes de coches, al menos en España. Los más populares –que son, por tanto, aquellos que más vehículos ponen en la carretera– emitieron en promedio en 2019 el doble o casi el doble que esos 58 gramos oficiales, pero no el triple.
Según los datos de la consultora JATO, Seat registró unas emisiones medias de 118,4 gramos por kilómetro, frente a los 108,1 de Peugeot, los 120,6 de Volkswagen y los 113 de Renault. Toyota, el quinto fabricante con más matriculaciones, se quedó en 97,5. La marca japonesa, de hecho, es la única que se acerca al tope de 95 gramos por kilómetro –como media de la gama de modelos– impuesto por la Comisión Europea para 2020, que impondrá multas el próximo año a quienes lo superen.
Otras muchas marcas, sin embargo, triplican o cuadruplican las cifras de emisiones de los coches eléctricos, como Porsche (186,2), Maserati (245,1) o Lamborghini (341,7), pero también es cierto que su presencia en el mercado es mucho menor.
En cualquier caso, la herramienta de T&E tiene un fundamento similar –aunque toma en cuenta más variables– al del informe del Ministerio para la Transición Ecológica. Con ella, los usuarios pueden comparar las emisiones aproximadas del vehículo en función del tamaño del turismo, el origen de la electricidad utilizada para fabricar la batería, el gasto energético de la producción del coche y el país donde este circula.
Como ejemplo, según esta aplicación de T&E, un utilitario eléctrico con una batería producida en Europa y conducido en España emite un 65% menos de CO2 que un turismo similar de gasolina. Con un coche de mayor tamaño (tipo Mercedes Clase E o Audi A6), el ahorro alcanza el 72%. Y la herramienta calcula los datos también para 2030, dando por hecho que la red eléctrica europea será más limpia: dentro de una década, para los mismos ejemplo, los ahorros alcanzarían el 78% y el 82%, respectivamente.
Un informe paralelo de T&E indica, de hecho, que los coches eléctricos en España, como promedio, emiten un 67% menos de CO2 que los de combustión. El peor dato se registra en Polonia, donde aun así la emisión de dióxido de carbono es un 29% menor. En Suecia alcanza el 79%.
Los vehículos a pilas han sido acusados en ocasiones de contaminar más que los de combustión si se tiene en cuenta todo su ciclo de vida. Transport & Environment cita un estudio publicado en Nature Sustainability que asegura que en 53 de los 59 países estudiados “las emisiones actuales y futuras del ciclo de vida de los vehículos eléctricos [son] más bajas que las de los nuevos automóviles de gasolina”.
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Periodista especializado en seguridad vial. Editor y redactor de El Motor desde 2016. Empezó a escribir de fútbol en 1998 en Diario 16 y ha trabajado en varios proyectos de Prisa Media desde 2000. Licenciado en Periodismo por la Universidad de Navarra, es autor de ‘Aquí no se rinde ni Dios’ (2020).