Normativa UE emisiones
Las marcas están obligadas a la electrificación de sus gamas.

Los daños colaterales del límite de emisiones

Algunas decisiones que buscan un objetivo, a veces provocan el contrario. Es lo que está pasando con la normativa de la UE sobre emisiones de CO2

A priori puede parecer que el nuevo límite de emisiones de 95 g/km de media de CO2 para las gamas de cada fabricante favorece a los coches más pequeños, que por peso y tamaño equipan motores de baja cilindrada y consumen menos. Pero en la práctica, emitir 95 gramos es difícil también para ellos. Y con el agravante de que al tener poco margen comercial, cualquier apoyo eléctrico que se aplique supone entrar en pérdidas o subir precios y quedar fuera del mercado.

Con los utilitarios tipo Seat Ibiza pasa casi igual, porque las multas, 95 euros por gramo de más y unidad vendida, suponen 950 euros si se emiten 105. El resultado: desaparecerán la mayoría de sus versiones –salvo algún acabado superior– y también las de algún coche mayor.

Será así, al menos, en las marcas que no tengan este año eléctricos para compensar, porque cada vehículo a pilas elimina a dos de combustión a la hora de sacar la media. En teoría, todo esto debería subir las ventas de coches urbanos eléctricos, pero el coste de las baterías eleva tanto sus precios que son inaccesibles para la mayoría. Y ahí entra en juego el tema de las etiquetas de la DGT.

La reciente prohibición de acceso al centro de algunas ciudades para los modelos sin distintivo ha dejado fuera de combate a muchos segundos o terceros coches de familia que apenas se usaban para llevar los niños al colegio, hacer la compra y poco más. Afecta sobre todo a los diésel anteriores a 2006, el 70% del mercado entonces.

Sin embargo, en lugar de ser sustituidos por eléctricos, se están cambiando por modelos de gasolina posteriores a 2000 (etiqueta B). Y como se buscan precios de saldo, la mayoría son coches grandes y de alta cilindrada, que están baratos porque no tenían mercado. Pero en la práctica, sus emisiones pueden doblar a las de los diésel prohibidos.

El año que empieza y las nuevas normas van a provocar una revolución en el mercado. Y, aparte de subir los precios para compensar las multas y reducir la variedad de la oferta, traerá también efectos perversos que elevarán las emisiones reales.

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