Los cinco eléctricos con mayor autonomía: conducción

Renault Zoe, Volkswagen e-Golf, Hyundai Ioniq, BMW i3 y Nissan Leaf: cinco eléctricos que cumplen en el uso diario en ciudad y como segundo coche familiar.

De izquierda a derecha, Zoe, Leaf, i3, Ioniq y e-Golf.

Todos presentan aspectos comunes derivados de su propulsión eléctrica: las baterías hacen que sean más pesados de lo habitual en su tamaño, no llevan cambio de marchas, aunque funcionan como un automático, y tienen comportamientos menos ágiles y prestaciones limitadas: responden al instante al acelerador y lo hacen muy bien hasta 60-80 km/h, pero después pierden empuje y su velocidad máxima es inferior. Además, incluyen programas de conducción ecológica que reducen las prestaciones para aprovechar mejor las baterías.

Con estas premisas, los que ofrecen una conducción más próxima a un coche convencional son el Volkswagen, el Hyundai y el Renault. El e-Golf ofrece todas las virtudes de sus hermanos de gama en facilidad de conducción, tacto preciso y exquisito, reacciones progresivas y balanceos mínimos de carrocería. Y su motor eléctrico de 136 CV ofrece unas prestaciones muy correctas y solo superadas por el BMW.

Le sigue muy de cerca el Ioniq, que tiene 120 CV, se conduce también como un coche normal y sorprende por su suavidad. Y ofrece un comportamiento consistente y aplomado, aunque sin llegar al tacto y refinamiento del Volkswagen. En cambio, incluye un programa Sport, con el que acelera incluso mejor que el e-Golf, a pesar de ser menos potente.

El Zoe ofrece también una conducción muy normal, pero comparte la base del Clio. Así, al ser un utilitario, en lugar de un compacto como los dos anteriores y el Nissan, no tiene un tacto tan fino y equipa el motor menos potente de todos (92 CV), aunque más que suficiente para ciudad y alrededores. Pero balancea más que sus rivales al girar y frenar, corre un poco menos que los demás si hay que afrontar algún trayecto en carretera, y ofrece unas prestaciones y consistencia algo inferiores.

El BMW es el eléctrico más sofisticado de todos. Tiene chasis de fibra de carbono, una carrocería muy singular con puertas de apertura en compás y ruedas altas de 20 pulgadas (en la imagen) pero más estrechas (175 delante y 195 atrás), que condicionan su comportamiento: son algo justas y agarran menos al apoyar en las curvas y en frenadas de apuro. Y aunque tiene la suspensión más enérgica, no ofrece una estabilidad tan lograda como los anteriores.

Otra peculiaridad es el pedal del acelerador: si se levanta el pie de golpe, frena mucho el coche para recuperar más energía, y exige habituarse para llegar a los semáforos sin tener que volver a acelerar. En cambio, su motor de 170 CV aporta una respuesta contundente, con aceleraciones fulgurantes fuera del alcance de los demás que le hacen ser el más ágil y divertido para circular en ciudad.

El Nissan tiene un enfoque tranquilo y acusa el paso del tiempo, con un tacto de mandos muy eléctrico que transmite poca información al conductor y una dirección lenta que exige girar más el volante. Y aunque balancea lo justo, es el menos ágil al entrar en curvas y rotondas, porque tiende a deslizar más de delante. Por lo demás, todos tienen un tacto de pedal diferente y menos progresivo de lo normal cuando se frena a fondo en caso de emergencia.

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