Después de un año de fuerte inflación y con la desaparición de la ayuda de 20 céntimos por litro, el coste de los carburantes ha desequilibrado la economía de muchas familias.
Reducir gastos se ha convertido en la principal estrategia para llegar a fin de mes, y el aprovechamiento del combustible en los desplazamientos diarios es una necesidad. Llenar el depósito nunca ha sido tan caro y se hace imperativo amortizar cada euro de carburante para poder cuadrar el presupuesto.
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Hacer que el depósito dure más es posible siguiendo unos sencillos consejos. Y aunque resulte obvio, el primero es prescindir del coche en los desplazamientos más cortos.
Arrancar el vehículo por las mañanas requiere mucho carburante y el motor gasta bastante más cuando está frío. Calentar la mecánica hasta que alcanza su temperatura correcta de funcionamiento es algo que en invierno exige circular varios kilómetros consumiendo más de lo normal.
Los cambios de marcha
Otro truco para reducir el consumo es cambiar de marcha en el momento adecuado. Cada motor obtiene su mejor rendimiento cuando gira alrededor de su régimen de par máximo, que no hay que confundir con el régimen de potencia máxima, más elevado.
No hay que cambiar demasiado pronto, a riesgo de que las revoluciones decaigan demasiado y obliguen al motor a realizar un sobreesfuerzo para recuperarlas. Tampoco tarde, cuando ya gira demasiado acelerado, consumiendo en exceso.
La mayoría de los motores obtienen su par máximo entre las 1.500 y las 3.000 revoluciones, por lo que será útil verificarlo con precisión en el libro de instrucciones de cada vehículo y será en esta franja de utilización donde habrá que mantenerse habitualmente para obtener el menor consumo.
Asimismo, hay que acostumbrarse a practicar una conducción eficiente, es decir sin provocar altibajos demasiado acusados en el régimen del motor. Acelerar o frenar con brusquedad aumenta drásticamente el consumo.
Es mejor realizar estas operaciones con progresividad, ganando velocidad gradualmente y anticipándose a las detenciones, como por ejemplo los semáforos, desacelerando con suavidad.
Aligerar el peso
Verificar la presión de inflado de los neumáticos será también un factor a tener en cuenta para consumir menos carburante. El exceso de gasto puede llegar hasta el 10% si se circula con una presión insuficiente. Y eso sin contar con el mayor desgaste de los neumáticos, que obliga a adelantar su reposición al no llevarlos correctamente inflados.
El peso es otro importante enemigo de la eficiencia. En los desplazamientos cotidianos, habrá que vaciar el interior del habitáculo o el maletero de objetos innecesarios.
Un coche cargado con 50 kilos de más gasta aproximadamente 0,2 litros extra de combustible cada 100 kilómetros. Un inconveniente que también presentan las barras portaequipajes o los soportes para bicicletas. Además de añadir peso, perjudican considerablemente la aerodinámica del coche, agravando el problema del consumo.
Por último, se debe aclarar que al contrario de lo que ocurre en verano con el aire acondicionado, la calefacción no aumenta el gasto, ya que aprovecha el calor evacuado del motor y generado por la propia combustión del carburante.
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Cuatro décadas informando sobre el mundo del motor y probando coches de todas las categorías. Después de trabajar en diversos medios especializados (Velocidad, Auto1, Solo Auto, Motor 16, Car and Driver, EcoMotor...), ahora en Prisa Media para seguir cubriendo la actualidad en plena revolución tecnológica del automóvil.