Entre las labores de mantenimiento que cualquier conductor puede llevar a cabo está la revisión del nivel de aceite: es algo tan sencillo como extraer la varilla metálica y comprobar que está entre las dos marcas.
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El aceite es clave para que el motor funcione correctamente y no se produzcan averías. Su función es doble: reduce el rozamiento de las partes móviles y ayuda a evacuar el calor interno.
El correcto cambio del aceite es sinónimo de un motor bien conservado a lo largo de muchos kilómetros. También significa que las prestaciones del vehículo se conservarán intactas y que el consumo de combustible no se disparará manteniéndose en sus niveles óptimos.

El testigo del aceite iluminado
Para evitar problemas con el aceite del motor sólo hay que seguir al pie de la letra el plan de mantenimiento recomendado por la marca. El propio fabricante también indica, en el manual, el tipo de lubricante que debe llevar cada coche.
Con el objetivo de evitar despistes fatales, muchos vehículos se encargan de avisar al conductor cuando ha llegado el momento de cambiar el aceite. Lo hacen mediante el testigo luminoso con forma de aceitera que aparece en el cuadro de instrumentos.

¿Qué hacer cuando se enciende el testigo del aceite?
Este símbolo se iluminará cuando el coche detecte una falta de presión en el circuito de lubricación o cuando el nivel del aceite esté por debajo de lo recomendable. Si esto pasa, el conductor tiene que parar de forma segura, apagar el motor inmediatamente y esperar unos minutos para comprobar la varilla.
Si el nivel está entre el mínimo y el máximo, el problema puede ser un mal funcionamiento del sensor o una fuga. Es vital acudir al taller cuanto antes para que realicen un diagnóstico, localicen el problema y lo arreglen.

El peor escenario: un motor gripado
Si está por debajo del mínimo, se recomienda rellenar con aceite (si es que el conductor dispone de él) y acudir a un taller inmediatamente para evitar daños graves. Circular sin este lubricante provoca un aumento de la fricción y la temperatura en el motor, que acabará gripando.
También puede causar daños permanentes e irreversibles en los pistones, el cigüeñal o las válvulas. Para entender mejor el impacto que tiene la ausencia del aceite, conviene echar un vistazo a este vídeo. En él, un Mercedes Clase C 180 de 1994 tarda unos minutos en averiarse tras seguir circulando sin este líquido fundamental.
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