Los radares son uno de los principales dispositivos utilizados por la Dirección General de Tráfico (DGT) para multar a los infractores que superan los límites de velocidad. Los hay de muchos tipos y, mientras que los fijos están señalados en la carretera, hay otros que el organismo coloca de manera oculta para que sea más difícil evitarlos.
Algunos de ellos los ubica dentro de vehículos camuflados que se sitúan en lugares muy dispares de las carreteras del territorio español. A priori son difíciles de detectar, pero a la hora de la verdad hay ciertos indicativos que sirven para identificarlos.
La matrícula de las furgonetas de la DGT
El primero es el hecho de que, por norma general, la DGT apuesta por las furgonetas para llevar a cabo este tipo de cometidos. Esto se debe a varios motivos, pero uno de los principales es que al ser más altas que un coche normal, ofrecen una mejor visión y ángulo para que enfoquen los radares.
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Por esa razón, Tráfico las utiliza también para detectar a los conductores o pasajeros que viajan sin cinturón de seguridad. Igualmente, con estas furgonetas camufladas la DGT descubre con más facilidad a los automovilistas que usan el móvil al volante.
Además, el rasgo que más fácilmente las identifica es su matrícula. En esta figuran las letras PGC, que corresponden con parque de la Guardia Civil, lo que no deja lugar a dudas sobre su procedencia. A este respecto, ocurre igual con otros cuerpos de seguridad del Estado; valga como ejemplo el CNP para identificar los vehículos del Cuerpo Nacional de Policía.
Hay otro factor que puede indicar que se trate de una furgoneta camuflada de la DGT: la ubicación en la que se encuentre. Para tener una buena visibilidad de la carretera y poder multar, a menudo es necesario que se coloquen en lugares en los que es poco habitual ver un coche parado, tales como medianas, arcenes o incorporaciones a la vía.
Por último, aunque esto es algo que se suele apreciar tarde, dentro de la furgoneta van dos agentes de la Guardia Civil uniformados, por lo que es algo muy fácil de reconocer.
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Apasionado del motor desde pequeño, primero de las motos y después de los coches, con especial predilección por los modelos nipones. Lleva una década dedicándose al sector, formado primero en Autobild y desde entonces en el Grupo Prisa, probando todo lo que haga ruido... o no.