Parece que el frío ya está aquí, aunque este año se haya hecho algo de rogar. Las primeras nevadas ya han empezado a verse en Sierra Nevada y en el Pirineo y toca revisar, como todos los años, la mecánica del coche para que esté preparado.
Uno de los elementos a los que más atención hay que dedicar son los neumáticos. Es importante adaptar las gomas que calza el coche al clima y los fenómenos meteorológicos de la zona por la que habitualmente se conduce.
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Aunque, a diferencia de otros países europeos, los neumáticos de invierno no son obligatorios en España, sí que es aconsejable tener en consideración utilizarlos, sobre todo dependiendo de la zona donde se resida. Si las temperaturas son bajas y tiende a llovar o a nevar, este tipo de gomas serán una buena opción.
Los neumáticos de invierno alcanzan su máxima adherencia con temperaturas por debajo de los siete grados, ya que la goma con la que están fabricados es más flexible. Además, su dibujo es más profundo, por lo que tienen una correcta tracción en nieve y evacúan mejor el agua. Es también interesante saber que en nuestro país, montar neumáticos de invierno en el coche exime de la obligación de utilizar cadenas cuando nieva.
No obstante, aquellos conductores que hacen uso de los neumáticos de invierno pueden estar cometiendo un error a la hora de colocarlos en sus coches. Puede ser que, de un año a otro, el propietario guarde sus gomas de invierno, ya que probablemente no estén desgastadas solo de conducir unos pocos meses del año.
Es un error no revisar la presión del neumático
En el momento de recuperar esos neumáticos y voler a colocarlos, es importante no fiarse y comprobar la presión. Y es que esas gomas han podido perder aire y deshincharse con el paso del tiempo almacenadas.
Colocar los neumáticos de invierno sin asegurarse de que se encuentran en buen estado y tienen la presión correcta puede acabar en, cómo mínimo, un pinchazo de las cubiertas. Además, hay que tener en cuenta que, conforme baja la temperatura, también lo hace la presión.
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Igualmente, es importante asegurarse de que el neumático no está cristalizado. Las gomas se cristalizan, es decir, pierden la flexibilidad y se endurecen. El calor es uno de los factores que influyen en este proceso químico y, los neumáticos de inviernos, al haber estado almacenados durante el verano, son más propensos a ello.
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