Existe un elemento en los vehículos que, aunque no se suele reparar en su importancia, ayuda a proteger a los ocupantes de elementos externos como el viento, la lluvia, la nieve, el polvo, las piedras y demás escombros. Se trata del parabrisas. Este vidrio también aporta seguridad en los accidentes y, además, contribuye a la integridad estructural del automóvil, ayudando a mantener la rigidez del habitáculo en caso de vuelco o colisión.
Mantener el parabrisas limpio, ayuda a mejorar la visibilidad clara de la carretera, siendo esencial para que el conductor pueda identificar señales de tráfico, peatones, otros vehículos y posibles obstáculos. Por eso, la suciedad y los residuos en el parabrisas pueden causar reflejos y deslumbramientos, especialmente durante la noche o cuando el sol está bajo, dificultando la visión y aumentando el riesgo de accidentes.
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Además, en los vehículos de última generación que están equipados con los Sistemas Avanzados de Asistencia al Conductor (ADAS), sus cámaras y sensores dependen de un enfoque claro a través del parabrisas para funcionar correctamente. Dispositivos como el frenado automático de emergencia, el mantenimiento de carril y el reconocimiento de señales de tráfico necesitan funcionar correctamente para cumplir con su objetivo y, con un parabrisas sucio, pueden cometer errores.
Mary Anderson
La limpieza del parabrisas no solo afecta a la seguridad, sino que también repercute en la normativa de tráfico. Circular con este elemento sucio, impidiendo la correcta visión de la vía y de sus actores por parte del conductor, acarrea una multa de 80 euros. Todos estos escenarios se solucionan gracias al invento de una gran mujer que ha pasado sin pena ni gloria por la historia de la automoción: Mary Anderson y el limpiaparabrisas.
Esta mujer estadounidense nació en 1866 en el condado de Greene, Alabama. En esa época, las mujeres se enfrentaban a infinidad de restricciones sociales y laborales. A pesar de estos desafíos, logró destacarse como empresaria e inventora. Durante la década de 1890, Anderson se mudó a Birmingham, también en el estado de Alabama, donde ella y su madre construyeron el Hotel Fairmont.
El limpiaparabrisas
Corría el año 1902 y Mary Anderson ya contaba con algunos inventos a sus espaldas. En invierno de ese año, mientras se encontraba de visita en Nueva York, se fijó en que los conductores de los automóviles de aquella época tenían que detenerse para limpiar el parabrisas manualmente cuando nevaba o llovía. Aquella escena no paró de darle vueltas a la cabeza y se puso a trabajar en un remedio.
Un año después, en noviembre de 1903, Anderson patentaba un dispositivo de limpieza del parabrisas, que consistía en un brazo con una hoja de goma que se movía desde el interior del coche mediante una palanca. Así nacía el limpiaparabrisas. Este primer modelo estaba operado manualmente desde el interior del vehículo, lo que permitía a los conductores limpiar el parabrisas sin tener que salir del automóvil. Un mecanismo simple pero efectivo.
Poca aceptación
Mary Anderson se dedicó durante los primeros años, después de patentar su invento, a reunirse con muchos fabricantes de automóviles. Al principio, las marcas de coches no mostraron excesivo interés en su invento. De hecho, muchos pensaban que el dispositivo podría distraer a los conductores y ser más un inconveniente que una ayuda. No tuvo mucha aceptación de la industria.
No está documentado cuál fue el primer automóvil en instalar este invento. Aunque el diseño de Anderson fue una innovación significativa, hasta dos décadas después, los limpiaparabrisas no se convirtieron en un mecanismo estándar en los automóviles. Durante los años siguientes, otros inventores y fabricantes comenzaron a desarrollar y mejorar el concepto de ese limpiaparabrisas inicial.
Equipamiento de serie
La primera marca en adoptar el limpiaparabrisas de manera estándar fue Cadillac. La firma estadounidense comenzó a equipar sus coches con limpiaparabrisas en 1922. Sin embargo, estos limpiaparabrisas ya eran diferentes al diseño original de Anderson y habían evolucionado para adaptarse mejor a las necesidades de los conductores y los avances tecnológicos de la época.
Ha pasado más de un siglo desde que aquellos coches equiparan de serie el limpiaparabrisas. Aunque el diseño actual es muy parecido al de la patente de Mary Anderson, sí que es cierto que ha avanzado en sus características. Mary Anderson falleció en 1953 a la edad de 87 años. Su invención del limpiaparabrisas sigue siendo un ejemplo destacado de cómo una observación cotidiana puede llevar a una innovación significativa que mejora la seguridad y la comodidad mientras se conduce un automóvil.
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Entusiasta del motor en toda su magnitud, preferiblemente los V12. Le dijeron que cuatro ruedas eran mejor que dos, por eso se compró otra moto. Claro que también le apasiona cuando van las cuatro juntas. Ha trabajado como creativo publicitario para muchas marcas de coches y motos e hizo la mili en esto de juntar letras en la editorial Luike.