Aunque ahora está muy asentado el límite máximo en 120 km/h (es así en la mayoría de los países europeos), la definición de los límites de velocidad en las carreteras ha cambiado mucho con el paso de los años.
Cuesta imaginar que en otros tiempos, en los primeros tiempos, no se pudiera ir a más de 3 km/h, a pesar de que los coches eran capaces de hacerlo.
La primera multa de velocidad
El dato de los 3 km/h hay que contextualizarlo. Se trataba de finales del siglo XIX: la industria automotriz todavía estaba naciendo y los coches se asemejaban mucho más a los carros tirados por caballos que a sus herederos actuales. Con ruedas que casi parecían de bicicleta, tampoco debía de ser muy seguro aventurarse a ir más rápido.
Pero, como ocurre en todas las épocas, había personas que se atrevían a desafiar los límites más allá de lo establecido. Su nombre era Walter Arnold y tiene el honor de haber sido la primera persona multada por exceso de velocidad. Sucedió en Reino Unido.
¿Cuándo fue la primera multa?
Corría 1896 y Arnold circulaba con su Arnold Benz Motor Carriage por Kent (Inglaterra) más rápido de lo que debía: a 13 km/h. Tuvo la mala suerte de cruzarse con un policía que, montando en bicicleta, le dio el alto y le aplicó la primera de las sanciones que muchos conductores han sufrido alguna vez.
La cifra puede parecer ridícula, pero cuadriplicaba el límite de la época, lo que trasladado a la actualidad sería como ir a 480 km/h por una autovía. Arnold tuvo la mala suerte de ser detectado en aquel momento, puesto que más tarde, ese mismo año, la velocidad máxima de los vehículos se elevó hasta los 24 km/h.
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Apasionado del motor desde pequeño, primero de las motos y después de los coches, con especial predilección por los modelos nipones. Lleva una década dedicándose al sector, formado primero en Autobild y desde entonces en el Grupo Prisa, probando todo lo que haga ruido... o no.