En los últimos años, los automóviles, gracias a la electrónica, han ido mejorando sus sistemas antirrobo. De las clásicas barras en el volante se ha pasado a la localización por GPS. Una evolución al ritmo marcado por la tecnología para integrarse en el sistema central del coche. En la actualidad los sistemas antirrobo se dividen en dos bloques: los activos, que se encargan de la disuasión (como la alarma y localización remota), y los pasivos, que impiden la puesta en marcha, como el inmovilizador.
Lo que la tecnología no ha logrado todavía es hacer coches imposibles de robar. La sustracción de vehículos continúa ocurriendo cada día y parece que los ladrones siempre van un paso por delante. Ante los despliegues tecnológicos en los antirrobos de los vehículos, los amigos de lo ajeno también cuentan con arsenales informáticos que les permiten llevarse los automóviles en cuestión de minutos.
El truco de la botella
Ante este panorama, muchos ladrones están optando por agudizar el ingenio y servirse de artimañas más sencillas. En este caso, de una simple botella de plástico. Una forma de robar los coches que no exige el uso de herramientas ni de violencia, agravantes del delito en el caso de detención.
La trampa es muy sencilla de ejecutar. Consiste en que los delincuentes introducen una botella de plástico entre el neumático y el paso de rueda mientras el vehículo se encuentra estacionado, generalmente en el lado del copiloto, ya sea en el eje delantero o el trasero.
De esta manera, es más difícil que el conductor se percate de que hay un objeto en la rueda, al estar situado en el lado contrario a su acceso al vehículo. Una vez que se inicia la marcha, la botella hace el ruido suficiente como para que el conductor se detenga para detectar el problema.
Lo habitual es bajar del coche dejando este en marcha y abierto, momento en que aprovechan los ladrones para llevárselo. Tan sencillo como subir al automóvil y marcharse.
El truco de la lata
La ubicación de la botella en el lado contrario al conductor también tiene por objeto que al dueño del vehículo no le dé tiempo a reaccionar y volver a su asiento. Como recomendación, nunca se debe abandonar el vehículo dejándolo abierto y en marcha, ni parado con la llave puesta.
Este robo cuenta con un gemelo que también ha sido denunciado en los últimos meses. Se trata del truco de la lata. El modus operandi es muy similar, pero en vez de la botella en el paso de rueda, consiste en atar una lata en el paragolpes trasero mientras se encuentra aparcado.
El truco de la moneda
Siguiendo con las artimañas sencillas para robar vehículos, también se está difundiendo el truco de la moneda en la puerta. En este caso se utiliza para sustraer objetos de valor del interior del vehículo. Este método se lleva a cabo sobre todo en parkings y por la noche en zonas oscuras de la calle. Cuando el conductor está realizando las maniobras de aparcamiento, el perpetrador aprovecha para colocar una moneda en alguna manilla de las puertas, sin que el conductor se percate.
Una vez que el dueño del vehículo ha terminado de aparcar el automóvil, sale y pulsa el mando de la llave. Se aleja tranquilamente sin saber que una de las puertas no se ha cerrado al haber una pequeña moneda impidiendo que el mecanismo complete el bloqueo. Al no culminar el vehículo el cierre, la alarma no se activa. De esta manera, el ladrón tiene acceso total al vehículo para desvalijarlo o llevárselo.
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