¿Llega el fin de las ‘autobahn’, las autopistas sin límite de velocidad de Alemania?

Siempre se ha considerado a Alemania como uno de los países más permisivos con sus conductores gracias a la ausencia de límites de velocidad en algunas de sus autopistas, las populares autobahn. 

Estas vías se estrenaron originariamente en la década de 1920, durante el período de entreguerras en el país germánico. Sin embargo, el sistema moderno de las autobahn, tal como se conoce hoy en día, comenzó a construirse en la década de 1930, con el régimen nazi ya en el poder.

Las autopistas de alta velocidad son conocidas por la ausencia de límites de velocidad en ciertos tramos y por ser una parte importante de la red de transporte del país. Alemania es un país con una ubicación geoestratégica muy relevante dentro de Europa y este sistema distintivo de vías de alta velocidad le permite conectar de manera sencilla la mayoría de grandes ciudades del país.

En los últimos años, sin embargo, se ha abierto un acalorado debate en la sociedad alemana sobre la idoneidad de igualarse al resto de los países de la Unión Europea e imponer límites de velocidad en las autobahn.

Cada vez más apoyos

Un análisis del Instituto Económico Alemán sostiene que el 77% de las personas que circulan por las autopistas alemanas ya conduce voluntariamente a menos de 130 km/h. Según diversos estudios, una gran parte de la población del país aboga por establecer un límite de velocidad en las autobahn, y los defensores del medioambiente, además, recuerdan que esta medida contribuiría a disminuir las emisiones contaminantes. 

Estos planteamientos no son lo suficientemente convincentes para quienes están en contra de la imposición de límites. Han existido momentos a lo largo de la historia en los que se ha tratado de regular la velocidad máxima, pero siempre se han encontrado con una fuerte oposición.

Voces discordantes

Por ejemplo, en 1973, se generó una gran controversia cuando, en respuesta al alza en los precios del petróleo durante la crisis energética, se estableció temporalmente un límite de velocidad de 100 km/h. Esta medida causó una fuerte indignación en la población durante el breve período en que estuvo vigente. El club automovilístico alemán ADAC protestó enérgicamente contra esta medida.

En la actualidad, únicamente el 30% de las autopistas alemanas aplica un límite de velocidad. En los tramos de autopista sin límites de velocidad, el Gobierno sugiere una velocidad máxima recomendada de 130 km/h, aunque los conductores tienen la libertad de conducir a la velocidad que prefieran. En la práctica, solo en pocos tramos de estas autobahn es realmente posible conducir a velocidad ilimitada durante el día.

Mejoras al imponer límites

Las organizaciones ecologistas y los partidos de centro-izquierda son los que más están apretando a las instituciones para que implementen el límite de velocidad. Sus argumentos son sólidos, ya que, como han indicado muchos estudios, cuanto más lento se conduce un vehículo, menos combustible consume y menos contaminantes (dióxido de carbono, óxidos de nitrógeno y otras partículas) se emiten a la atmósfera.

Así, según la Agencia Alemana de Medioambiente (UBA), un límite de velocidad de 120 km/h en autopistas reduciría las emisiones de CO₂ en 4,5 millones de toneladas, un 2,9% menos que en 2018. Además, si se alentara el uso del tren o las rutas más cortas, el ahorro podría llegar a 6,7 millones de toneladas, disminuyendo un 4,2% las emisiones.

Perfil del opositor

En el lado contario se encuentran los otros partidos del arco parlamentario: la conservadora Unión Demócrata Cristiana, la Unión Social Cristiana, la ultraderechista Alternativa para Alemania y el neoliberal Partido Democrático Libre (FDP) no quieren un límite de velocidad, ya creen que tendría poco impacto en el medioambiente y restringiría la libertad individual.

El perfil de los más firmes defensores para circular ha quedado patente en una encuesta realizada por el grupo de seguros Allianz. Los hombres menores de 24 años y los conductores habituales (aquellos que suman más de 50.000 kilómetros al año) mostraron mayor resistencia a los límites de velocidad. Argumentaron preocupaciones sobre posibles congestiones de tráfico y aumentos en los tiempos de viaje.