La pandemia ha hecho que crezca la popularidad de las motocicletas (se esperan más de 20.000 matriculaciones este año), pero no todo funciona como debería. Los resultados de un análisis llevado a cabo por AECA-ITV y la patronal de las dos ruedas Anesdor muestran la cara y la cruz del segmento. Por un lado, el 97% de las motos que van a la ITV la superan, ya sea a la primera (se rechaza al 22%) o en una segunda prueba (la cifra baja al 1,4%).
Sin embargo, las motos son los vehículos con un mayor absentismo en la inspección: antes de la pandemia, el 42,5% de las motos circulaban con la ITV caducada, porcentaje que ahora es del 54% y que entre los ciclomotores es todavía peor (58%).
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El dato es preocupante por dos motivos. Atendiendo a registros previos, el año pasado el 9% de los motoristas fallecidos circulaban en una moto sin la ITV al día, y de otro 7% se desconocía el estado de su inspección técnica. Además, el 49% de las motos en circulación actualmente tienen una antigüedad de 16,4 años, lo que muestra un parque envejecido en el que el buen mantenimiento de la motocicleta juega un papel clave en la seguridad.
A la hora de pasar la inspección técnica, los sistemas en los que más defectos se detectan son el alumbrado y la señalización (35,7%), así como el acondicionamiento exterior, la carrocería y el chasis (18,5%). También las emisiones contaminantes (12,3%).
En el caso de los ciclomotores, se repiten los mismos defectos graves y muy graves en las dos primeras posiciones, pero en menor proporción (un 27,2% en el alumbrado y la señalización; un 17,4% en el acondicionamiento exterior, la carrocería y el chasis); en el tercer puesto aparecen los frenos (10,5%), un elemento clave a la hora de garantizar la seguridad de los ocupantes.
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Apasionado del motor desde pequeño, primero de las motos y después de los coches, con especial predilección por los modelos nipones. Lleva una década dedicándose al sector, formado primero en Autobild y desde entonces en el Grupo Prisa, probando todo lo que haga ruido... o no.