Hay conductores que lo odian, mientras que a otros les encanta. El olor de la gasolina genera sentimientos encontrados, pero hay una explicación científica que desvela por qué a tanta gente le gusta olfatear el olor que queda suspendido en el ambiente cuando se llena el depósito en una estación de servicio.
Lo cierto es que el olor original del carburante es completamente distinto al aroma que se puede percibir en las gasolineras. Es más, lo que llega hasta la nariz de los conductores no es del combustible: es de uno de sus componentes.
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La mitad, más o menos, de la composición de la gasolina está integrada por aromáticos: el resto son olefinas (isobuteno y hexenos). En realidad, su olor es desagradable para el olfato humano y, además, muchos de ellos son tóxicos.
Entonces, ¿por qué a tanta gente le gusta el olor a gasolina? La respuesta reside en uno de estos componentes: el benceno, que es un hidrocarburo transparente con ese particular aroma. Es, también, muy inflamable.
El efecto del benceno
El benceno se usa para regular los niveles de octano de la gasolina: su responsabilidad es mejorar el rendimiento del motor y la eficiencia del combustible. Para algunas su olor es agradable y para otras, todo lo contrario.
Esto se debe a que, al olerlo, genera un efecto supresor en el sistema nervioso humano que da paso a una sensación de euforia temporal. La cantidad de benceno que se puede inhalar en una gasolinera, al repostar, es tan pequeña que no tiene efectos nocivos para la salud.
¿Es peligroso oler gasolina?
Eso sí, en altas dosis puede provocar mareos, dolor de cabeza o incapacidad para respirar. Hay que tener presente que el benceno es un carcinógeno: una sustancia o mezcla de sustancias que induce cáncer o aumenta su incidencia.
Por lo tanto, supondrá un riesgo para aquellas personas que estén expuestas a altas concentraciones de benceno durante mucho tiempo.
No en vano, la Agencia para Sustancias Tóxicas y el Registro de Enfermedades (ATSDR) ha puesto el acento sobre las consecuencias que puede tener inhalar gasolina, siempre en función de la cantidad:
- Irritación de los pulmones.
- Irritación en la piel.
- Afecciones en el sistema nervioso.
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