Gustan tanto a los conductores, están tan de moda, que las marcas se han lanzado a satisfacer cualquiera de sus necesidades. El segmento de los SUV acapara un tercio de las ventas del mercado español, así que la oferta de todocaminos es tan generosa que puede abrumar al comprador. Los hay pequeños, grandes, lujosos, de siete plazas, camperos, deportivos, 4×4, urbanos o viajeros infatigables.
Tanta variedad es una valiosa ventaja para los interesados en esta tipología, aunque también puede producir confusión a la hora de decantarse por el que mejor se adapte a nuestras exigencias o necesidades.
Por ello es importante tener en cuenta una serie de cuestiones básicas para acertar en la elección, considerando factores clave relacionados con la utilización que daremos a nuestro flamante SUV.
1. ¿El tamaño importa?
Empezando por lo más evidente, la oferta del segmento SUV abarca en estos momentos propuestas de cualquier tamaño, desde pequeños utilitarios de apenas cuatro metros a modelos familiares que superan los cinco.
Como en cualquier otro tipo de coche, debemos definir con claridad cuál será el uso al que lo destinaremos; obviamente no tiene las mismas necesidades quien se mueva en ciudad generalmente en solitario que aquellos que viajen en compañía por carretera.
2. ¿Carrocería ‘asfáltica’ o ‘campera’?
Al margen del tamaño (y dejando también de lado las siempre subjetivas preferencias estéticas), los SUV pueden variar en su planteamiento en función de las cotas esenciales de la carrocería. Dependiendo de medidas como el ángulo de ataque delantero y de salida trasero o la altura libre al suelo, el coche afrontará de un modo u otro los desafíos que pretendamos afrontar fuera del asfalto… si es que pensamos hacerlo en alguna ocasión.
Existen diferencias apreciables entre competidores de distintas marcas e incluso algunas de ellas ofrecen variantes de un mismo modelo. Si no tenemos interés alguno en salir al campo (como decimos, algo bastante frecuente entre compradores de todocaminos) podemos pasar por alto este matiz.
3. ¿Cinco o siete plazas?
Más allá de las dimensiones generales del coche, a partir de los modelos compactos (unos 4,60 metros de longitud) podemos optar por versiones dotadas de siete plazas, es decir, con dos más añadidas y escamoteables en el piso del maletero.
Cuanto más pequeño sea el coche menos utilizables resultarán estos dos asientos, pero en cualquier caso es aconsejable valorar con la mayor precisión posible el uso eventual que le daremos a tal configuración.
Generalmente suponen un sobreprecio del vehículo y pueden crear limitaciones de espacio en el maletero (por ejemplo, obligando al uso de una rueda de repuesto de emergencia), así que si la posibilidad de ocupar las siete plazas es mínima quizá lo más inteligente resulte renunciar a ellas.
4. ¿Gasolina, diésel… o híbrido?
Por supuesto que se trata de un debate extensible a cualquier segmento, pero tratándose de coches tirando a grandes y pesados, cobra especial trascendencia la elección del tipo de motor en un SUV. Hasta hace no demasiado, la lógica apuntaba a decantarse claramente por los propulsores diésel; sin embargo, en los últimos tiempos la evolución tecnológica de los de gasolina (cada día más austeros en el consumo) y el acoso al que parece que se verá sometido el gasóleo hace algo menos consistente tal evidencia.
Una tercera posibilidad a tener en cuenta son las variantes híbridas (enchufables o no, aunque mejor de las primeras), que gracias al apoyo de un segundo motor eléctrico pueden llegar a ofrecer prestaciones interesantes con consumos inferiores a los de una mecánica de gasolina convencional.
En todo caso, lo fundamental es que hagamos los cálculos con esmero considerando parámetros como la diferencia en el precio de compra, el kilometraje recorrido o las limitaciones que en el futuro pueden llegar a tener los automóviles diésel en las grandes ciudades.
5. ¿Qué tipo de tracción?
Hablar de todocaminos no es hacerlo del concepto clásico del 4×4. De hecho, la oferta de vehículos exclusivamente con tracción a las ruedas delanteras es cada vez mayor, porque la mayoría de los usuarios jamás echarán en falta las ventajas de un sistema de transmisión a ambos ejes, ya sea permanente o acoplable.
Para circular con pistas o caminos en buen estado no hacen falta capacidades excepcionales de tracción y tampoco estos coches se han concebido para afrontar grandes retos off-road. Eso sí, algunos automovilistas pueden valorar las ventajas del 4×4 aunque no abandonen el asfalto, ya que puede ser de ayuda al rodar por firmes de baja adherencia por la lluvia o la nieve. Pero, como en el apartado anterior, se antoja esencial tener muy claro si realmente le sacaremos partido a estos sistemas lo suficiente como para asumir el sobreprecio que conllevan.
6. ¿Marca generalista o ‘premium’?
La expansión del fenómeno SUV ha provocado que encontremos opciones de marcas que hasta hace muy poco no se habían interesado por este segmento. Así, el potencial comprador puede elegir entre un abanico que va de un austero Dacia Duster a un imponente Bentley Bentayga.
Y en esa horquilla amplísima es en la que tendremos que posicionar nuestras preferencias o posibilidades, considerando desde marcas generalistas a las de talante premium y, dentro de cada una de ellas, una gama de modelos que puede llegar a ser realmente variada. Así que elegir no es lo que se dice precisamente sencillo, conviene tomarse el tiempo necesario para hacerlo.
7. ¿Cuánto me gasto?
Relacionado con lo anterior, figura un último factor no menos determinante: el precio. Como con cualquier otro producto, sobre todo si es de coste tan elevado como un coche, es necesario definir con minuciosidad el rango de la inversión que queremos o podemos realizar.
Seguramente no debamos gastar más de la cuenta, pero tampoco conviene escatimar en aquellos aspectos que resultan imprescindibles para satisfacer nuestras necesidades, ya sean de seguridad, confort, prestaciones, representación…
El escenario, en este sentido, es favorable para el potencial comprador de un SUV porque puede encontrar opciones casi de cualquier precio. Realizar un buen estudio del mercado, informarse convenientemente, pedir presupuestos y analizar con detalle todas las posibilidades son pasos ineludibles para concretar una compra inteligente.
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