La calidad de la Mutt Razorback llega al segmento de las 125cc

La firma de Birminghan se sale de la norma en el sector del cuarto de litro, ofreciendo un modelo de imagen muy cuidada.

Mutt Razorback

El de las 125cc es el segmento más exitoso dentro del mundo de las dos ruedas. Los motivos son varios, destacando el hecho de que se trata de motocicletas baratas, manejables y que, además, se pueden conducir con el carné de coche si se tiene la antigüedad suficiente. Es normal, por tanto, que muchos fabricantes se vuelquen en él y entren en la pelea.

Sin embargo, hay quienes se salen de la norma y buscan un enfoque diferente. Es el caso de Mutt Motorcycles, fabricante británico afincado en Birmingham, que ha pensado en todos esos motoristas que, aunque opten por un modelo de cuarto de litro, no quieran conformarse con cualquier moto y busquen una calidad superior.

La idiosincrasia de la compañía queda muy bien representada por la última incorporación a su gama, la Mutt Razorback –desde 3.799 euros–, presentada en el Revival Café de Madrid, un lugar imprescindible para aquellos seguidores del mundo del motor y la gastronomía.

En parado, la moto no parece un modelo de 125cc, puesto que presenta una cuidada imagen, con aroma a café racer, y tiene unas dimensiones que, aunque contenidas, sorprenden por su altura. El asiento situado a 88 centímetros del suelo, de hecho, puede dar algunos problemas a los pilotos más bajos.

La Mutt Razorback lo compensa siendo bastante estrecha, gracias a un depósito de combustible hecho a medida y bastante compacto, así como con una posición de conducción bastante erguida y un peso reducido (105 kilos), lo que asegura una buena manejabilidad en ciudad y adelanta una buena estabilidad en carretera abierta.

De moverla con soltura se encarga un motor monocilíndrico de cuatro tiempos y 125cc de origen Suzuki, que desarrolla 12 CV de potencia y 10 Nm de par máximo, empuje suficiente para moverla probablemente con soltura, aunque todavía no ha habido oportunidad de probarla.

Pero la MuttRazorback sorprende sobre todo por sus detalles, con una calidad y una atención bastante superior a lo que se estila habitualmente en el segmento, lo que justifica un precio superior a otras rivales más generalistas. Los guardabarros y las tapas laterales son de aluminio; los intermitentes delanteros, muy minimalistas, son progresivos; el faro delantero es halógeno y el cuadro de instrumentos se ha reducido a su mínima expresión, un único reloj analógico que encaja a la perfección con el concepto de la Razorback.

Mención aparte merece la personalización, y es que las dos unidades exhibidas –con los dos colores disponibles, Pitch Black y High Gloss Red–, mostraban múltiples opciones diferenciadoras (neumáticos, colores, acabados, accesorios…) que evidencian las posibilidades de configurar la moto al gusto del cliente.

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Mario Herráez

Apasionado del motor desde pequeño, primero de las motos y después de los coches, con especial predilección por los modelos nipones. Lleva una década dedicándose al sector, formado primero en Autobild y desde entonces en el Grupo Prisa, probando todo lo que haga ruido... o no.

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