BMW ha iniciado la comercialización en España de la segunda generación del BMW Serie 8, un deportivo heredero de un antecesor icónico que estuvo en el mercado entre 1989 y 1996. La marca alemana rescata así el concepto de un cupé de altas prestaciones pero también lujoso y seguro, que ya está disponible inicialmente con dos motorizaciones, gasolina o diésel.
El BMW Serie 8 deslumbra por su atractivo estético y sus dimensiones generosas. La carrocería de dos puertas y tres volúmenes mide 4,85 metros de longitud, que sumados a una anchura total de 1,90 metros y una altura de solo 1,34 metros crean un conjunto imponente, combinando con acierto dinamismo y elegancia. En su frontal destacan poderosamente unos grupos ópticos LED (opcionalmente con tecnología láser) que son los faros más estrechos y afilados que jamas ha fabricado BMW.
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El nuevo BMW Serie 8 se sitúa en la cima de la gama bávara, lo que se aprecia en la propuesta de acabados y equipamiento en su habitáculo. Cuenta con una disposición de 2+2 plazas, es decir, un par de asientos delanteros plenamente operativos más otros dos posteriores de dimensiones muy ajustadas, más apropiados para un uso eventual que para afrontar largos viajes (algo habitual por otro lado en esta configuración de vehículo). El maletero, sin embargo, tiene una capacidad de 420 litros, una buena cifra para un coche de su estilo.
De cada detalle del cupé emana el esmero con el que BMW ha presentado un modelo llamado a satisfacer a sus clientes más exigentes en este sentido. Acabados intachables, materiales de calidad en cada rincón del interior y un equipamiento en el que no falta detalle son cualidades inherentes a un deportivo de su posicionamiento premium. Tanto en elementos de confort como de conectividad, y por supuesto de seguridad, el BMW Serie 8 se ciñe a un pliego de condiciones que le permite competir con éxito también en este sentido frente a rivales muy cualificados.
La oferta mecánica inicial está compuesta por dos motorizaciones diferenciadas por su combustible. La de gasolina del M850i es un V8 de 4,4 litros de cubicaje, alimentación por inyección y doble turbo para entregar una potencia de 530 CV; por otro lado aparece el turbodiésel 840d, un seis cilindros en línea de tres litros que llega a los 320 CV. En ambos casos, el cambio es automático de ocho relaciones con levas en el volante, mientras que la tracción se confía al sistema integral xDrive de BMW, con bloqueo de diferencial trasero electrónico y una configuración marcadamente deportiva: en condiciones normales envía un 80% de potencia al tren trasero, pudiendo llegar a igualarse con el delantero hasta el 50% dependiendo de las condiciones del firme y del tipo de utilización.
La parte ciclo, puesta a punto del chasis, suspensiones y frenos, se encuentra como no podía ser de otro modo a la altura de las circunstancias. El reparto del peso es el mismo (50/50) entre ambos ejes, dispone de serie de suspensión adaptativa y amortiguadores controlados electrónicamente, la dirección disfruta de las ventajas de una tecnología activa para ofrecer el mejor comportamiento en cada circunstancia y los frenos están dimensionados para detener con eficacia un coche de sus prestaciones y peso.
Los concesionarios BMW ya admiten pedidos de las dos variantes de lanzamiento, el 840d xDrive a un precio de 112.600 euros y el M850i por 140.400 euros, que se pueden enriquecer con los paquetes de equipamiento M Technic (840d) y M Carbono (en ambas versiones). A partir de abril llegará la carrocería descapotables de ambos (con capota de lona replegable eléctricamente en 15 segundos y hasta 50 km/h), mientras que más adelante, antes de acabar 2019, será el turno para el poderoso M8, cuya potencia no ha sido revelada por la marca pero que se colocará en la cima de la gama posiblemente superando los 600 CV.
Toma de contacto
Durante la presentación de la nueva Serie 8, tuvimos la oportunidad de realizar una breve toma de contacto con la única versión disponible para la Prensa, la 840d. Quizá el motor diésel no parezca el más indicado en principio para un coche de su filosofía, pero desde BMW confirmaron que siguen siendo muchos los clientes que valoran las cualidades de este combustible (en términos de consumo y por tanto autonomía).
Y lo cierto es que el propulsor de 320 CV no defrauda y permite imprimir a un coche de casi dos toneladas de peso un ritmo gratificante. Es así por la efectividad de su transmisión automática y la tracción total, junto a unas dimensiones que le otorgan un aplomo en curva perfectamente complementado por la precisión de la dirección.
No se trata, en todo caso y al menos en esta variante diésel (que durante la prueba consumió de promedio 12 litros a los 100), de un automóvil radical, ni en absoluto crítico de uso. Facilita disfrutar al máximo de la conducción en todo tipo de carreteras, pero siempre con sensación de control y seguridad, lejos de reacciones más nerviosas o respuestas bruscas de deportivos con otro enfoque. Con el Serie 8 se pueden devorar cientos de kilómetros con absoluta comodidad y tranquilidad a velocidades muy altas en las vías que lo permitan, sin que ello suponga que en el momento de buscar un uso más dinámico el conjunto vaya a decepcionar, todo lo contrario al menos para el usuario medio que busca la excelencia y el compromiso de un modelo premium.
A todo ello hay que sumar un ambiente interior exquisito, un auténtico cupé premium que justifica en cada detalle su elevado precio de adquisición, que además puede ser sustancialmente superior para aquellos clientes sibaritas que opten a los numerosos accesorios o paquetes que la marca pone a su disposición. Un deportivo elegante, de representación y que no pasa desapercibido por su imponente diseño.
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Una vida sobre ruedas. De piloto (malo) de motocross a periodista deportivo en Diario AS, incluyendo una década en los grandes premios de MotoGP. Apasionado de los coches y las motos, en más de 30 años ha tenido el privilegio de probar unos cuantos cientos de unos y de otras. Ahora, subdirector en Prisa Motor.