BMW comenzó su andadura eléctrica moderna, como otros fabricantes, por la vía SUV, pero no ha tardado en sumar a la oferta una berlina, su segmento tradicional. El BMW i4 es la primera berlina eléctrica que desarrolla la marca y su versión i4 M50 (76.500 euros), el primer M de cero emisiones jamás fabricado, con una personalidad doble que se adapta a la ocasión.
Y es que, mientras la variante de acceso del modelo, el i4 eDrive40 (61.900 euros) se conforma con una mecánica de 340 CV y tracción trasera, la superior echa toda la carne en el asador optando por un conjunto mucho más potente y con tracción integral, que permite sacar a la luz cada una de sus facetas a través de los modos de conducción.
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Prueba del BMW i4 M50
Como descripción rápida se podría decir que el modelo es un BMW Serie 4 Gran Coupé a pilas, ya que se trata de un coche de tamaño (4,78 metros de largo) y silueta similares. Incluye también los detalles propios de un eléctrico, como es una parrilla completamente carenada, y los rasgos característicos de la división M de BMW: grandes riñones en el frontal, paragolpes agresivo y, entre otros detalles, llantas de 18 a 20 pulgadas…
Es un modelo que entra por los ojos gracias a su estética es imponente, algo a lo que también contribuyen sus grandes dimensiones. Es algo que hay que recalcar, pues a sus mandos se siente como un vehículo de tamaño generoso, en parte también debido a un peso considerable, pues roza las 2,3 toneladas. Esto pasa inadvertido al acelerar, por el nivel de rendimiento del sistema de propulsión, pero se deja notar claramente en las carreteras reviradas, tanto al enlazar curvas como, sobre todo, al frenar antes de ellas.
Un sistema de propulsión inacabable
Como tope de gama, el i4 M50 cuenta con una configuración bimotor, con un bloque de 258 CV (190 kW) asociado al eje delantero y uno de 313 CV (230 kW) encargado de mover las ruedas traseras. En conjunto, y con el modo Sport Boost activado, puede llegar a entregar 544 CV y 795 Nm durante periodos de hasta 10 segundos.
Esto, sumado a la función Launch Control, le permite acelerar de 0 a 100 km/h en 3,9 segundos. La experiencia confirma los datos oficiales: su aceleración es contundente desde parado, pero también al llevar a cabo recuperaciones, sin importar la velocidad a la que se circule. Este poderío aporta un extra de seguridad ante cualquier situación, ya que cuando se demanda potencia pisando el acelerador, el coche responde de manera acorde. Incluso en el modo Comfort, en el que la potencia se limita a 350 CV.
No obstante, comparado con el que puede considerarse su rival más directo, el Tesla Model 3 Performance, el empuje del modelo estadounidense al salir desde cero es mayor.
Detalles de calidad
Sin embargo, es en los detalles de calidad donde el BMW i4 M50 se desmarca claramente del Tesla, aventajándolo por mucho.
El primero es algo tan llamativo como el sonido. Los coches eléctricos son silenciosos por definición, algo que la berlina ratifica, con un aislamiento acústico del habitáculo sobresaliente. Pero BMW ha decidido dotarlo de una personalidad característica. Y ya que no puede provenir del gutural rugido de un motor térmico, como en el resto de los M, lo hace de la mano de Hans Zimmer.
El conocidísimo compositor ha sumado una nueva banda sonora a su currículum, creando un sonido específico para el modelo, que se proyecta a través del equipo de audio de alta fidelidad. Y es realmente característico, con una combinación entre lo que sería un motor de combustión y un sonido propio de una nave espacial.
El segundo es la calidad general percibida del habitáculo, a la altura de lo que se espera de una marca premium como BMW, con materiales de primer nivel, superficies agradables al tacto, controles precisos y acabados bien rematados. Destaca, por último, el aspecto tecnológico, plasmado en el BMW Curved Display, que agrupa cuadro de instrumentos y consola central para crear una pantalla de 20 pulgadas, y el HUD que muestra gran cantidad de información.
Hasta 510 kilómetros de autonomía
El BMW i4 M50 cuenta con una batería de 83,9 kWh de capacidad bruta (80,7 kWh de capacidad neta) que sobre el papel le otorga una autonomía de hasta 510 kilómetros (el i4 de acceso, con la misma pila y menos potencia, homologa 590 kilómetros de rango). Es compatible con recargas rápidas de hasta 200 kW, con la que en 31 minutos pasa del 10 al 81% de carga, mientras que con un cargador trifásico de 11 kW la rellena al completo desde cero en menos de ocho horas y media.
Durante la prueba, el coche mostraba la batería al 78% de su capacidad. Tras un recorrido de 82 kilómetros, le quedaba algo menos de un 60%, por lo que el consumo fue algo más elevado del oficial (19 -24 kWh/100 km). Resulta entendible, en todo caso, ya que la mayoría del test se llevó a cabo por autopista y por carreteras secundarias rápidas, un ecosistema que penaliza a los eléctricos. Además de que se llevaron a cabo varias aceleraciones a fondo desde parado para comprobar su salida.
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Apasionado del motor desde pequeño, primero de las motos y después de los coches, con especial predilección por los modelos nipones. Lleva una década dedicándose al sector, formado primero en Autobild y desde entonces en el Grupo Prisa, probando todo lo que haga ruido... o no.