El automóvil perfecto no existe. Al menos todavía. Pero el nuevo Clase S de Mercedes se acerca bastante a ese concepto. Al menos en lo que se refiere a confort de marcha y eficacia de pisado sobre la carretera. Y es que la última entrega de esta berlina de representación sorprende por sus suspensiones, que otorgan una calidad de rodadura exquisita y permiten viajar como si se flotara sobre el asfalto, sin sentir apenas el paso de los kilómetros.
Además de por sus suspensiones, el nuevo Mercedes Clase S sobresale también por sus innovaciones tecnológicas, por la eficacia de sus asistentes a la conducción y por su diseño, que es el más deportivo y juvenil de todos los vistos hasta ahora.
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Recoge el lenguaje actual de Mercedes, pero piensa asimismo en China, un mercado que acapara cerca del 35% de pedidos mundiales del coche y en el que sus compradores son mucho más jóvenes que en Europa: solo 37 años de edad media, frente a los 60 de los conductores de aquí.
El Mercedes Clase S es un auténtico referente entre las berlinas de representación, lleva fabricándose desde 1972 y acumula más de cuatro millones de ventas desde entonces. Un registro muy meritorio para un vehículo que siempre ha tenido precios elevados, solo al alcance de economías privilegiadas.
Esta séptima entrega, por ejemplo, está disponible en España desde 108.150 euros, y es relativamente fácil sumar otros 10.000 o 15.000 en opciones.
En la prueba, se ha podido conducir la versión S 500 4 Matic de carrocería normal y, aparte de constatar la calidad de rodadura, también ha dado para comprobar la notable eficacia de funcionamiento de las ayudas a la conducción y las aportaciones prácticas, algunas buenas y otras no tanto, de nuevos equipamientos como la instrumentación 3D, con efecto de profundidad, y de un HUD o proyección de datos en el cristal que alcanza un tamaño enorme y suma indicaciones de realidad aumentada.
El piloto automático está, pero no se puede usar
En un tramo de 40 kilómetros de autopista, condujo el coche por sí mismo y sin fallos. El conductor se limitó a poner las manos en el volante, no indicó ningún giro y el modelo trazó todas las curvas por el centro del carril con gran eficacia y seguridad. A 120 km/h y sin tender a rebotar en las líneas que delimitan el carril, como hacen los mejores modelos de ahora (Audi, BMW, Tesla, Volvo…). El conductor tampoco freno o aceleró, o realizó cualquier otra actuación sobre los mandos del coche: se convirtió en pasajero.
Según Mercedes, el nuevo Clase S incluye automatismo de nivel 4 en autopista, es decir, que el conductor podría dormirse mientras el coche conduce, pero la legislación europea lo impide. Solo en Alemania, el único país comunitario que de momento lo ha regulado, se permite la circulación autónoma en autopista hasta 60 km/h.
Y en esa situación (retenciones, atascos…), el conductor podría beneficiarse de un automatismo de nivel 3, es decir, que puede desatender el manejo pero ha de permanecer atento para retomar el control en segundos si el vehículo lo requiere. Por eso, se permite consultar un correo electrónico, pero no hablar por teléfono ni mucho menos dormirse. En EE UU y China, en cambio, sí se autoriza la aplicación hoy día de un automatismo de nivel 4 en autopista. En Japón, al igual que en Europa, no.
Pero esta historia de choque entre tecnología y reglamentación tiene un final feliz. Para empezar, y como se citaba, porque basta que el conductor apoye las manos en el volante, sin más, para que el coche haga el resto en autopista. Y para seguir, porque la marca asegura que cuando la ley de cada país lo permita, bastará una actualización ‘online’ para que el coche saque más partido de sus automatismos y llegue hasta donde se pueda, nivel 4 incluido si ese fuera el límite.
Gráficos e iconos a un nuevo nivel
Los gráficos 3D, en el cuadro de mandos y la consola central, son otra de las innovaciones que presenta el nuevo Mercedes Clase S. Generan efecto de profundidad y resultan especialmente prácticos para ver los mapas del navegador y se llevan también bien con algunas pantallas preconfiguradas de la instrumentación, como una de diseño minimalista que muestra el coche y el tráfico circundante y ayuda así a calcular distancias.
Y aunque al principio puede chocar, la vista se acostumbra con cierta rapidez al efecto y el conductor se beneficia de indicaciones más precisas. También se puede desconectar, porque al igual que sucede con ciertas televisiones en 3D, a algunas personas puede que les produzca cierto desconcierto e incluso sensación de mareo.
El nuevo HUD, por su parte, tiene un tamaño enorme y puede que ocupe incluso demasiada superficie del cristal delantero. Según Mercedes, las dimensiones que percibe el piloto son equivalentes a ver una pantalla de 77 pulgadas (casi dos metros de diagonal) a 10 metros de distancia. Aporta indicaciones muy claras, pero también demasiado extensas.
Y como se mueve con la carrocería del coche, en algunas situaciones –como al circular por una calle urbana con resaltes en los pasos de cebra– oscila demasiado delante del conductor y puede llegar a distraer. Además, ahora integra indicaciones de realidad aumentada –unas flechas azules que indican en tiempo real la esquina a doblar, por ejemplo–, que terminan por crear un cuadro con demasiadas luces y colores en el campo visual del conductor.
Unas suspensiones casi mágicas
El nuevo Clase S rueda como la seda. En ciudad, en carretera y en autopista; a ritmos lentos, medios y rápidos, con terreno liso o bacheado, entre curvas cerradas o en trazados despejados. Tiene una calidad de rodadura y filtrado impecables, y cuida a los ocupantes como solo un puñado de modelos en el mercado pueden hacer. Es de esos coches que permiten hacer un viaje muy largo y llegar sin que el cuerpo casi lo note.
Además, no se trata solo de confort, también de estabilidad y capacidad dinámica, porque en autopista mantiene un aplomo imperturbable y en carreteras secundarias rotas aísla la cabina del estado de piso con gran eficacia y sin aparente esfuerzo. Conserva la carrocería siempre nivelada y elimina casi cualquier movimiento que pueda perturbar la tranquilidad de los ocupantes, diluyéndolo con la amortiguación de forma casi mágica.
Pero lo más llamativo de todo es que estas sensaciones se corresponden con la suspensión electrónica de serie, que va ya tan bien que deja muy poco margen de mejora a la neumática opcional.
En la prueba también ha sorprendido la eficacia de la dirección, que inscribe al Mercedes Clase S muy bien en cualquier viraje y otorga además una manejabilidad muy buena para un turismo de 5,18 metros de longitud. Y eso que, al igual que con las suspensiones, la unidad llevaba el sistema de serie, uno de dirección a las ruedas delanteras, y no el nuevo y opcional con dirección a las cuatro ruedas.
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