Una versión de acceso suele estar aparejada a una mecánica poco potente, un precio ajustado y un nivel de equipamiento limitado, pero cuando tal denominación se aplica a un modelo perteneciente a una marca de lujo, solo implica un nivel de excelencia algo más comedido. En Bentley estas variantes se caracterizan por montar un motor V8 (mecánica con la que la mayoría de fabricantes no pueden ni soñar), y el último integrante de su gama en recibirla ha sido el Flying Spur.
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La musculosa berlina de representación suma así una alternativa al icónico V12 de la casa, optando por un bloque en ‘V’ de ocho cilindros con doble turbo que desarrolla 550 CV de potencia y 770 Nm de par. Esto, junto con su caja de cambios automática y el sistema de tracción integral, le permite acelerar de 0 a 100 km/h en 4,1 segundos, así como alcanzar una velocidad máxima de 318 km/h.
Pero no solo se trata de eso. Concebido como el propulsor más comedido de la gama, cuenta con tecnología como la desactivación de cilindros. De este modo, el motor funciona como un propulsor tetracilíndrico si la demanda de par es inferior a 235 Nm y el motor gira a menos de 3.000 revoluciones, lo que permite ahorrar hasta un 15% de combustible. A tal fin también colabora el hecho de que el bloque sea 100 kilos más ligero que el V12.
Esa ligereza también ayuda a conseguir un comportamiento dinámico mejor, algo a lo que contribuyen además la suspensión neumática adaptativa, el sistema antibalanceo activo y el eje trasero direccional.
El Bentley Fying Spur V8 también se diferencia del V12 gracias a sutiles cambios estéticos, tales como las llantas de aleación de 20 pulgadas, con un diseño de 10 radios, o las dos salidas de escape dobles. Además, cuenta con multitud de opciones de personalización que pasan por siete colores de carrocería predefinidos (además de infinidad de tonos personalizados) o la posibilidad de elegir entre una configuración interior de cuatro o cinco plazas.
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