Aunque a priori pueda parecer que un coche de competición y uno de calle estén a años luz el uno del otro, en ocasiones puede exitir una relación muy estrecha entre ambos. Comparten tantos elementos que en principio cuesta hasta creerlo. Por eso, aunque el Toyota TS050 híbrido con el que Fernando Alonso va a disputar las 24 Horas de Le Mans resulte imponente, en realidad tiene mucho en común con el Toyota que se puede conducir en el día a día.
Desde siempre, el mundo de las carreras ha sido utilizado por las distintas marcas como un banco de pruebas en el que experimentar con diferentes tecnologías y comprobar sus resultados, con el objetivo de luego trasladar esos avances a los modelos de producción en serie.
Cada tipo de campeonato tiene unas características que hacen que sea más propicio para investigar en un área determinada. Cuando se habla del Mundial de Resistencia (WEC), en el que los monoplazas tienen que soportar pruebas de muchas horas, la fiabilidad es uno de los aspectos clave.
Pero no es el único terreno de investigación, ni mucho menos. Estos son los puntos en los que cualquier Toyota se parece al de Fernando Alonso en las 24 Horas de Le Mans.
Mecánica híbrida
Desde el lanzamiento pionero del Prius, Toyota es uno de los fabricantes que más se han volcado con los sistemas de propulsión híbridos y copa los primeros puestos de ventas en España. El TS050 utiliza una mecánica con el mismo formato, aunque lógicamente es mucho más potente.
El bloque de combustión central es un motor de gasolina de 2,4 litros, una cilindrada que es fácil encontrar en modelos de calle, sobrealimentado con doble turbo para alcanzar los 500 CV. Supone, sin embargo, sólo el 50% de su potencia ya que parte eléctrica se encarga de generar otros 500 CV.
Gestión eléctrica
El Toyota TS050 entra dentro de la categoría LMP1 híbridos, que presenta diferencias respecto a los LMP1 convencionales, que tienen permitido usar más combustible, por lo que resulta clave el tratamiento de la energía eléctrica para obtener ventaja.
Por un lado utiliza una batería de ión-litio de gran capacidad, que debe almacenar una cantidad importante de energía para suministrarla de manera continua. Trasladar esto a los coches de calle es uno de los principales caballos de batalla de híbridos, híbridos enchufables y eléctricos para mejorar la eficiencia y aumentar su autonomía.
Además, buscando hacerlo de manera más eficiente, equipa numerosos dispositivos de regeneración de energía, entre ellos el sistema de frenada regenerativa, que acumula electricidad aprovechando las frenadas y cuyo uso está bastante extendido en los modelos de producción.
Aerodinámica
Con una altura de 1.050 mm está claro que no hay ningún Toyota de serie que se acerque a las proporciones del TS050 (el GT86 es el más cercano y se levanta a 1.285 mm del suelo), pero aunque el vehículo del WEC tenga una aerodinámica incomparable, los mismos principios que utiliza se aplican a los modelos de producción de la marca.
Su diseño busca optimizar el flujo de aire, combinando elementos como las entradas y el alerón delantero para conducirlo por las zonas óptimas, la aleta central para mejorar la estabilidad, el fondo plano para hacer efecto succión y pegarse al asfalto o el voluminoso alerón que busca aumentar la carga aerodinámica.
En menor medida, un Toyota de calle utiliza soluciones similares (diseño estudiado, pequeños alerones, canalizaciones de aire) para mejorar su coeficiente de resistencia aerodinámica, algo que le ayuda a reducir tanto su consumo como sus emisiones, además de afectar positivamente a su dinámica de conducción.
Ligereza
La intención por reducir el peso es otro punto en el que coinciden tanto los coches de competición como los de serie. La ligereza reporta muchos beneficios, empezando por una mayor eficiencia, continuando por un aumento del rendimiento y las prestaciones y cerrando con un comportamiento dinámico optimizado, con menores inercias y una mayor agilidad.
En los vehículos de calle es cada vez más habitual el uso materiales ligeros, como el aluminio en el chasis o componentes como la fibra de carbono en la carrocería. Esto se lleva un paso más allá en la competición, donde el carbono es omnipresente y al que se unen materiales todavía más resistentes y ligeros como el magnesio. En el caso del Toyota TS050 supone conseguir un contenido peso de solo 875 kilos.
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Apasionado del motor desde pequeño, primero de las motos y después de los coches, con especial predilección por los modelos nipones. Lleva una década dedicándose al sector, formado primero en Autobild y desde entonces en el Grupo Prisa, probando todo lo que haga ruido... o no.