Empujados por los avances tecnológicos, los amigos de lo ajeno han cambiado de objetivo. Los catalizadores siguen estando entre las piezas más codiciadas, pero, ahora, el nuevo objeto de deseo son las cámaras de marcha atrás.
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La razón es sencilla: desmontar este componente es muy fácil. En las redes sociales abundan los tutoriales que explican cómo quitar una cámara trasera en apenas unos segundos. Únicamente hace falta un destornillador y, a veces, sólo con la mano es posible separarla del logo.
En Francia, el robo de cámaras de marcha atrás se cuantifica por veintenas. Los ladrones usan herramientas para robarlas y, en los casos más graves, las arrancan llevándose el logo y los cables. Sería peor si hubieran optado por cortarlos.
Marca y modelos preferidos
Las autoridades han observado que los delincuentes tienen una marca y varios modelos preferidos para perpetrar estos hechos delictivos: Renault y los Clio V, Mégane IV y Captur. ¿El motivo? Son fáciles de sustraer y pueden usarse en varios modelos de la marca, sin olvidar los coches de Nissan cuyo emblema incorpora la misma cámara.
Las reparaciones no son baratas. El medio francés TF1 Info ha recogido el testimonio de un par de víctimas. La primera tuvo que pagar 1.103 euros y la segunda tiene un presupuesto de 700 euros: todavía está pensando si arreglar su coche por miedo a que vuelvan a robar la cámara trasera.
El mercado de segunda mano
A esto hay que añadir la escasez de componentes originales. En los últimos meses, ha aumentado este tipo de robo y la demanda, cada vez mayor, de cámaras de marcha atrás hace que sea imposible garantizar todas las reparaciones dentro de los plazos habituales.
En internet, eso sí, es posible encontrar cámaras traseras de segunda mano mucho más baratas que las nuevas: las hay por 15 euros. Los fabricantes no sólo han aprovechado la oleada de robos, sino que los propios delincuentes las roban para, después, venderlas de esta manera… con el logo incluido.
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