Lección aprendida. Al igual que han hecho otros fabricantes populares con sus berlinas, Renault ha decidido aumentar el tamaño y la prestancia de su nueva propuesta, el Talisman, que cubre el hueco dejado por el Laguna. El cambio resulta similar al visto en las últimas entregas de los VW Passat y Ford Mondeo, por ejemplo, y permite acceder a un familiar que parece y es mucho más coche, con mayor empaque, espacio, confort y tecnología.
El nuevo turismo de la firma francesa ya está disponible a partir de 24.000 euros (con descuento), aunque las primeras unidades no llegarán hasta enero de 2016. Unos meses después, hacia abril, aparecerá la carrocería ranchera, denominada Sport Tourer.
Con una longitud de 4,85 metros, el Talisman es bastante más grande que el Laguna (4,69 metros) y se aprecia ya a primera vista, porque aporta una imagen más contundente. El frontal tiene fuerza y, junto con una carrocería que muestra también una anchura destacable (1,87 metros), y rasgos sólidos que recorren el conjunto, presenta una planta con poderío. Es un coche de estampa señorial, aunque con toques vanguardistas que refrescan su apariencia y lo alejan de la clásica berlina de corte tradicional. Parece que, por fin, atrás quedaron los tiempos de la atonía que caracterizaba a los Renault.
El interior apuesta también por el vanguardismo. No sorprende tanto como el exterior, en parte porque la presentación ya se conoce, al ser la misma del monovolumen Espace, pero recoge detalles a la última como la instrumentación digital, bandas de luces led decorativas y una pantalla táctil en la consola central, de formato vertical, que parece una tableta. Los acabados y materiales, por su parte, son correctos y se sitúan en la media de las berlinas populares.
Las dimensiones de la carrocería permiten habilitar un habitáculo desahogado, con espacio para todas las tallas delante y atrás, y un maletero enorme de 608 litros que, incluso, incluye hueco para la rueda de repuesto. Solo el del Skoda Superb es más grande. Pero este nuevo Renault suma al espacio y la capacidad de carga otro argumento de peso para un turismo: un confort de marcha muy conseguido que termina de postular al modelo como una limusina de precio accesible. Además, se pueden equipar sistemas exclusivos, poco comunes en las berlinas más comerciales, que ayudan a reforzar aún más la comodidad, como unos asientos delanteros con ajuste eléctrico, calefacción, ventilación y hasta masaje, ventanillas con cristal doble, que mejoran el aislamiento acústico de la cabina, y un equipo de música de la marca Bose, con gran calidad de sonido, que cuenta con 13 altavoces.
Al igual que los componentes del interior, la base mecánica procede también del monovolumen Espace, con el que comparte chasis, motores y dispositivos como el sistema de dirección a las cuatro ruedas. Los propulsores, tanto de gasolina como de gasóleo, funcionan con suavidad y silencio y tienen consumos oficiales muy bajos. Y lo mismo se puede señalar de los cambios automáticos, que pasan de una marcha a otra con tacto sedoso, aunque sorprende que no lleven levas en el volante. El peso, otro aspecto determinante en un coche del Siglo XXI, es bajo para su tamaño: desde 1.387 kilos hasta 1.518, según motor y equipamiento (sin conductor).
La paleta de propulsores comienza con el 1.5 dCi de 110 CV, que solo se vende con cambio manual y anuncia un gasto promedio homologado de apenas 3,6 litros (desde 24.000 euros). Le sigue el 1.6 dCi de 130 CV, combinable con caja manual (3,9 litros y 27.800 euros) y automática EDC de doble embrague (4,2 y 29.400), y culmina la oferta diésel el 1.6 dCi biturbo de 160 CV, que va asociado siempre a la transmisión EDC (4,4 y 33.100).
En gasolina las posibilidades son más limitadas, y se estructuran en base al mismo motor 1.6 TCe o turbo, con dos variantes: 150 CV y 200 CV, con consumos de 5,6 litros en las dos opciones. Ambas vienen con un nuevo cambio EDC de siete velocidades y se venden desde 30.600 y 35.100 euros, respectivamente.
Tan manejable como los pequeños
A pesar de sus 4,85 metros de longitud, el Talisman se conduce como si fuera mucho más pequeño. La clave está en el sistema de dirección a las cuatro ruedas, que mejora la manejabilidad en ciudad y la estabilidad en carretera.
A baja velocidad (hasta 60 km/h), las ruedas traseras giran en sentido contrario a las delanteras, como las de un carrito de la compra, y permiten torcer en las calles más estrechas y aparcar en los garajes más cerrados con gran soltura, porque el coche gira como si midiera medio metro menos. A ritmos medios y altos, en cambio (por encima de 60 km/h), las ruedas posteriores se mueven en la misma dirección que las anteriores para reforzar la estabilidad, al estilo de un esquiador controlando el ángulo de trazada de sus esquís. Y los beneficios se aprecian tanto en conducción normal como ante un uso más deportivo. En las maniobras de emergencia, además, como los volantazos que se suelen dar para esquivar un obstáculo imprevisto, la diferencia resulta definitiva y el coche se muestra mucho más aplomado de lo normal, sin casi inmutarse ni mostrar síntomas de pérdida de control durante la maniobra.
El sistema, que se llama 4 Control, viene de serie en el acabado superior Initiale Paris, al igual que la suspensión electrónica, y se ofrece como opción en el anterior Zen, también junto con la suspensión, por 1.500 euros. Faltaría, eso sí, poder montarlo en los otros dos, el básico Life y el intermedio Intens, una alternativa no disponible por el momento.
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