Mientras algunos hacen la autopsia al diésel mucho antes de que sea otra vez un fósil, la industria de la automoción invierte miles de millones en diseñar el año 2050 (como mínimo). Algunos coches volarán y muchos circularán solos, según imaginan los expertos en movilidad, pero las dudas se acumulan entre los conductores actuales. La incertidumbre se resume, entre otras, en estas siete ideas:
1. Personalidad
Michael Knight podía mantener conversaciones con KITT en El coche fantástico porque este tenía una personalidad marcada y poderosa. Aquel coche de voz metálica era irónico, atento, fiel, sagaz… De una manera más profunda y poética, el dispositivo electrónico de la película Her (2013) es capaz de conmover y mantener algo muy parecido a una relación personal.
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Y eso buscan los conductores del futuro: ponerse en las manos de un coche que sea en cierto modo humano. Así lo corrobora un estudio de la Northwestern University (Illinois, EE UU), según el cual los usuarios de coches autónomos confían mucho más en estos cuando los vehículos poseen características antropomorfas, es decir, nombre, género y voz.
2. Encriptación
Tesla regalará un Model 3 (desde 59.000 euros en España) a quien consiga piratear el coche durante el concurso de ciberseguridad Pwn2Own, que se celebrará en Vancouver (Canadá) del 20 al 22 de marzo próximos. Tal es la confianza de la compañía de Elon Musk en sus sistemas de seguridad informáticos, pilar básico en la automoción del futuro. Los conductores necesitan confiar ciegamente en que nadie, jamás, tomará a distancia los mandos de su vehículo para, por ejemplo, estrellarlo a propósito contra una farola. Proteger los coches de ciberataques “es una cuestión de seguridad pública”, según la presidenta y consejera delegada de General Motors, Mary Barra, pero hay algunos antecedentes que ponen en duda la seguridad absoluta de los coches en este terreno.
3. Meteorología
Conducir con niebla o nieve o lluvia incomoda a la mayoría de conductores. La distancia de frenado aumenta, la adherencia se ve perjudicada, las referencias de la vía se pierden con mayor facilidad… Y lo mismo les ocurre a los coches autónomos. A pesar del trabajo de años y de los avances en sensórica y tecnología GPS, el asunto aún no se ha resuelto del todo: los vehículos conducidos por sí mismos no son del todo seguros en condiciones meteorológicas adversas. Las últimas apuestas llegan de Estados Unidos: el sistema del MIT basado en ráfagas ultracortas de luz láser –capaces de atravesar la niebla– y el sistema de radar de la empresa de Boston WaveSense, que permite escanear el terreno hasta tres metros por debajo del suelo.
4. Precio
Los actuales sensores LIDAR, fundamentales en los coches autónomos, hacen rebotar rayos láser contra los objetos que los rodean (hasta unos 120 metros de distancia) para crear mapas precisos en 3D. No suena barato: algunos de los mejores dispositivos cuestan en torno a 70.000 euros (es el caso del que fabrican Velodyne, empresa puntera en el sector), y los expertos consideran que sus prestaciones no son suficientes. Se requieren alcances de unos 250 metros para que los vehículos puedan reaccionar antes y con mayor seguridad y posibilidades de acierto. Hará falta bastante tiempo y mucha producción en serie para que los vehículos conduzcan solos y además puedan pagarse.
5. Comunicación
La comunicación entre vehículos y entre los vehículos y las infraestructuras es otro de los retos de la conducción autónoma. Hará falta una gigantesca capacidad de almacenamiento y análisis para manejar el gran volumen de información que transmitirán los vehículos (localización, velocidad, dirección…) hasta diez veces por segundo. Pero no solo eso: los sistemas globales, durante muchos años, deberán gestionar de algún modo la comunicación entre los coches autónomos y los turismos conducidos por personas, mucho más impredecibles.
6. Diseño
Los coches autónomos perderán el volante en algún momento. Dejarán de parecer coches y serán simplemente autónomos. Los fabricantes tradicionales y otros que se suban al carro deberán asumir el reto de diseñar vehículos cuyo aspecto se distanciará cada vez más del de los coches actuales. Muy probablemente los modelos de 2050 no tengan nada que ver con las aproximaciones aventuradas hasta la fecha. La historia de la automoción está llena de prototipos que no cumplieron las expectativas.
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