Las cámaras capaces de leer matrículas son armas recurrentes para vigilar las calles y carreteras. Con ellas es fácil reconocer al titular de un vehículo que ha cometido una infracción, pero este no es el peligro que esconden. Es otro: palabra de hacker.
Las cámaras que leen matrículas son, también, enormes bases de datos. Su funcionamiento es sencillo: emplean un software que les permite reconocer la marca, el modelo y el color de cada vehículo.
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Se complementa con el reconocimiento óptico de caracteres: gracias a él es posible registrar los números y letras de las matrículas. Esta información se almacena y se compara con varias bases de datos: de esta forma dan con el vehículo infractor y lo notifican a la correspondiente autoridad.
Cámaras vulnerables
El Departamento de Seguridad Nacional de Estados Unidos publicó un aviso en el que señalaba que las cámaras comunes que se emplean en la lectura de matrículas eran, en teoría, vulnerable a diferentes ataques. Algo preocupante teniendo en cuenta la información sensible que atesoran.
En su canal de YouTube, Matt Brown ha demostrado que estas cámaras son fácilmente accesibles para cualquier persona con algunos conocimientos técnicos y una conexión a internet.
Una puerta abierta para los delincuentes
Un hacker con las habilidades más básicas podría entrar y utilizar los datos para rastrear los movimientos de los conductores sin que lo sepan. Y es que, eligiendo las cámaras adecuadas, es posible monitorear los movimientos de alguien con tal exactitud que se podrían establecer sus hábitos diarios fácilmente.
El youtuber ha encontrado decenas de cámaras completamente desprotegidas. Advierte, al mismo tiempo, que los registros de datos que se generan automáticamente cada vez que pasa un coche también están disponibles para una persona que tenga ligeros conocimientos de programación.
Lo demuestra construyendo una base de datos con datos como la marca, modelo, color y matrícula de cada vehículo que pasa. Si él puede hacerlo, los delincuentes también: podrían, en teoría, seleccionar unas cuantas cámaras y seguir a una persona (anónima o conocida) durante todo el día mientras está conduciendo su coche para establecer patrones y diseñar el ataque perfecto.
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Desde que aprendió a hablar y escribir, una de sus pasiones siempre fue contar todo lo que pasaba a su alrededor. Hizo las maletas y cambió Zaragoza por Madrid para estudiar Periodismo en la Universidad Complutense. Antes de graduarse, el mundo del motor se cruzó en su camino… y nunca lo ha abandonado.