Bugatti Tourbillon: un híbrido enchufable de 1.800 CV por 4,6 millones de euros

La marca francesa sólo fabricará 250 unidades de su nuevo hiperdeportivo, el heredero del ya legendario Chiron.

Tourbillon

En Molsheim ya han levantado el telón para mostrar al mundo el modelo creado para recoger el testigo del Bugatti Chiron. Será un híbrido enchufable con 1.800 CV y un exclusivo carácter. No en vano, sólo fabricarán 250 unidades y cada una de ellas tendrá un precio de 3,8 millones de euros, más impuestos (unos 4,6 millones de euros en España). Así es el nuevo Bugatti Tourbillon.

Con una silueta más baja, el Bugatti Tourbillon es un hiperdeportivo que mide 4,67 metros de largo, 2,16 de ancho y 1,28 de alto. Su distancia entre ejes es de 2,74 metros y pesa 1.995 kilos. Sí, es más ligero que el Bugatti Chiron.

Bugatti mantiene la esencia que emana el diseño de sus coches, en el Tourbillon se repite esa curva tan característica del habitáculo. En el frontal llaman la atención sus faros: están integrados en las musculosas aletas delanteras, tienen forma rasgada y se ubican encima de las rejillas de ventilación.

Sirven de marco para la tradicional parrilla con forma de herradura, de la que parte un paragolpes de fibra de carbono cuya línea continua en el lateral con los faldones. Tras ese corto capó y tras el inclinado parabrisas, surge un difusor que contribuye a la excelsa aerodinámica del modelo.

A ello también contribuye el alerón desplegable de la zaga, que imprime una mayor carga aerodinámica sobre el eje trasero y tiene función de aerofreno. En la parte trasera, los pilotos dibujan una llamativa curva abarcando todo el ancho y el nombre de la marca se ilumina con un efecto 3D. Las llantas de aleación forjadas, por cierto, son de 22 pulgadas y van montadas en unos neumáticos Michelin Pilot Sport Cup 2.

Un habitáculo analógico

El habitáculo del Bugatti Tourbillon no se parece al de sus antecesores. ¿La razón? La marca francesa ha apostado por lo analógico en medio de un mundo cada vez más digital.

El nombre del coche (el tourbillon es una pieza para incrementar la precisión en los relojes de alta calidad) da una pista sobre este ejercicio de diseño. Integrado en el volante, aparece un cuadro de instrumentos con tres grandes diales, fijados a la columna de dirección, que muestran toda la información necesaria. Nada de pantallas.

En la consola central han ubicado varios diales, interruptores de aluminio, una palanca de cristal para poner en marcha el Bugatti Tourbillon y una pantalla oculta en la parte superior, que alberga el sistema de infoentretenimiento.

Adiós al W16

El Bugatti Tourbillon está impulsado por un motor de nueva generación que Cosworth ha ayudado a crear, un 16 cilindros que abandona la disposición en W habitual en la marca para dar la bienvenida a una V que dibuja un ángulo de 90 grados. Tiene 8.3 litros, no hay turboalimentación, entrega 1.000 CV y alcanza las 9.000 rpm.

Está acompañado de tres motores eléctricos firmados por Rimac, que tienen 250 kW (335 CV). La potencia conjunta de todos los bloques es de 1.800 CV. Completa el esquema una batería de iones de litio con 24,8 kWh de capacidad: esto se traduce en una autonomía de 60 kilómetros. Tiene, por tanto, etiqueta Cero de la DGT.

El cambio automático es de doble embrague y ocho velocidades y, además, el Bugatti Tourbillon cuenta con un sistema de tracción total, diferencial de deslizamiento limitado (que puede absorber hasta 2.500 Nm de par) y frenos carbocerámicos.

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