Los fabricantes del mundo de la automoción buscan reducir su impacto medioambiental de muchas maneras. Además de la mayoritaria tendencia eléctrica, algunos trabajan en combustibles sintéticos menos contaminantes y otros, como Skoda, presentan nuevos materiales para dar peso a la sostenibilidad en la producción de sus vehículos.
El fabricante checo, junto con la Universidad Técnica de Liberec, ha desarrollado y solicitado la patente de una materia prima fabricada a partir de pulpa de remolacha, a la que luego se da forma para convertirla en piezas como el propio salpicadero de los vehículos o los revestimientos de las puertas. Además, los obtiene en Dobrovice, cerca su sede en Mladá Boleslav, por lo que se reduce el transporte y, con él, la huella de CO2.
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De manera paralela, la compañía también está trabajando en otro material basado en la llamada caña china (miscanthus sinensis), cuyas fibras pueden tratarse para crear apliques y molduras de los habitáculos. Además, los residuos que se producen en su fabricación son orgánicos y se procesan sin emplear recursos adicionales.
Para mostrar la utilidad y los modos de aplicación de estos nuevos materiales, el fabricante ha creado un Skoda Octavia especial a modo de muestrario.
Johannes Neft, responsable del Comité Ejecutivo de Desarrollo Técnico de Skoda Auto, señala que el objetivo es “desempeñar un papel pionero en el ámbito de la sostenibilidad”. “Estamos abordando mucho más que las emisiones de CO2 de nuestra flota de vehículos; también estamos centrándonos en la investigación y en la utilización de materiales de origen ecológico e investigando, por ejemplo, cómo podrían utilizarse en el futuro materiales como las fibras de coco o la cáscara de arroz».
No se trata del primer movimiento en esta dirección de Skoda, siendo su eléctrico Enyaq iV el perfecto ejemplo de ello: las fundas para los asientos de diseño Lodge están fabricadas en un 30% con lana virgen y en un 70% con poliéster que procede de botellas de plástico recicladas.
Además, la marca también ha anunciado que en 2022 sus vehículos diésel se adaptarán al combustible regenerativo HVO, que puede reducir hasta un 90% las emisiones netas de gases de efecto invernadero.
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