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El grupo japonés que engloba las marcas Toyota, Hino y Dahiatsu consiguió el pasado año mantenerse a la cabeza de los mayores fabricantes de automóviles. Según los datos comunicados por la matriz, la producción fue en total de 10,5 millones de vehículos. Un resultado que aventaja al del grupo alemán Volkswagen que, más dependiente del mercado europeo, se posicionó por segundo año consecutivo detrás de Toyota. Sus ventas se sumaron 8,88 millones, un 4,5% menos que el año anterior.
El mérito de Toyota es doble, pues además de hacer frente a la competencia industrial de grupos y alianzas cada vez más poderosas, tuvo que lidiar con el problema crítico del desabastecimiento de las cadenas de montaje, sobre todo de componentes derivados de los semiconductores.
La crisis de los microchips, hasta 2023
Toyota superó la carencia de componentes, principalmente causada por la pandemia de covid-19, gracias la previa consolidación de las relaciones de la compañía con sus proveedores, lo que ha reducido el impacto de la crisis sobre su producción.
Una dificultad que, como augura la consultora británica IHS Market, seguirá afectando gravemente a la industria del automóvil y frenará la producción hasta 2023. Según las previsiones de IHS Market, las cadenas de aprovisionamiento volverán a funcionar entonces con normalidad y ese año se alcanzarían los 97,3 millones de vehículos, para llegar a 98,9 en 2025.
Por su lado, los resultados del grupo formado por Renault, Nissan y Mitsubishi se mantuvieron estables en conjunto respecto al año anterior y sumaron una producción global cercana a los 7,7 millones de vehículos.
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