Los coches cada vez son más grandes. En los últimos años, los modelos de un determinado segmento tienen prácticamente las mismas medidas que los que tenían los del superior tiempo atrás. Es algo que, además, se ha acrecentado con la moda SUV. Y en toda esta situación, los que tienen más que perder son los peatones.
Un nuevo estudio llevado a cabo por Justin Tindall, profesor asistente en la Universidad de Hawái, ha llegado a la conclusión de que hay una medida en los automóviles que puede ser mortal para los peatones: la altura del capó.
Mientras que antiguamente esto no era un gran problema, salvo en los modelos de mayores dimensiones y formas más cuadradas, que eran los todoterrenos, la llegada y popularización de los todocaminos ha hecho que el frontal de los automóviles sea cada vez más alto, lo que tiene consecuencias muy negativas en el caso de un atropello.
Según el mencionado estudio, un aumento de 10 centímetros en la altura a la que está situado el capó supone un incremento del 22% en la mortalidad para los peatones. Esto es de media, pero varía en función del sexo y la edad, por motivos como el tamaño y la corpulencia medios. Así, las posibilidades de un accidente fatal se incrementarían un 19% para los hombres, cifra que ascendería a un 31% en las mujeres y hasta un 81% en el caso de los niños.
Tindall señala que, por tanto, establecer un límite de altura para el frontal de los coches tendría consecuencias muy beneficiosas en materia de seguridad vial. Señala una limitación de 1,25 metros como una dimensión que reduciría notablemente el número de víctimas mortales por atropello.
Un problema para los coches grandes
Lógicamente, algo así no afectaría a utilitarios, compactos y berlinas, pero sí a los SUV de mayor tamaño y, sobre todo, a los pick-ups. El estudio se ha llevado a cabo en Estados Unidos, donde este tipo de vehículo goza de una gran popularidad y, en términos generales, se conducen automóviles de mayores dimensiones que en Europa.
Tomando los datos de mortalidad del país, Tidall explica que “de los 2.126 peatones que murieron a causa de vehículos con un frontal alto, se habrían salvado 509 vidas anualmente si se adoptara un límite de altura de 1,25 metros.
Las vidas salvadas equivaldrían al 7% de las muertes anuales de peatones. Reducir el límite a 1,2 metros evitaría aproximadamente 757 fallecimientos de peatones por año y bajar el límite a 1,1 metros ahorraría aproximadamente 1.350 vidas de peatones por año”.
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