De arroyo a autopista: la increíble transformación de Madrid gracias a la M-30

En la segunda mitad de la década de los años 60 del siglo pasado, España experimentó un crecimiento económico sin precedentes, conocido como el Milagro Económico Español. Este periodo de bonanza transformó radicalmente la sociedad y la economía del país. Dicho crecimiento propició, entre otras cosas, que aumentara exponencialmente el parque automovilista. 

A mediados de la década de 1950 había alrededor de 80.000 coches en circulación por las carreteras españolas. En 1970, esa cifra se había multiplicado por tres. Por esta causa y para mejorar la movilidad en la ciudad, debido al aumento de vehículos, se estudió la creación de una carretera de circunvalación en la capital, la M-30. Su construcción comenzó a principios de 1970 durante el mandato del alcalde Carlos Arias Navarro. 

Se diseñó para que rodeara el núcleo urbano, conectando diversos barrios y facilitando el acceso a otras carreteras principales. Su nombre (M-30) tiene un significado específico que hace referencia a su ubicación y función dentro de la red viaria de la capital. “M” por Madrid, “3” de tercer anillo de circunvalación y el “0” final, que es una convención utilizada para designar a las vías de circunvalación. De esta manera, se diferencia de las carreteras radiales, que suelen tener números del 1 al 9.

¿Qué había antes de la M-30?

Antes de la construcción de la M-30, los terrenos que hoy ocupa estaban compuestos por diversas áreas urbanas y rurales. La amalgama contaba con barrios residenciales, zonas industriales, huertas y espacios no urbanizados. La ribera del río Manzanares también formaba parte de los terrenos por los que debería de discurrir la carretera, aunque eran una zona de paseo y recreo para los madrileños. 

La construcción de la carretera implicó expropiaciones para integrar la nueva infraestructura. Una de las partes en las que más quebraderos de cabeza generaron a los ingenieros, fue el arroyo Abroñigal. Un curso de agua que cruzaba la zona este (Chamartín, Ventas y Vallecas) y desembocaba en el río Manzanares. Finalmente, el arroyo fue canalizado y enterrado bajo el trazado de la autopista.

Tiempo de construcción

La M-30 se desarrolló en varias fases a lo largo de casi tres décadas. La primera sección se inauguró en 1974 y el proyecto continuó expandiéndose durante los años siguientes, adaptándose a las necesidades crecientes de la ciudad. La obra fue compleja debido a la necesidad de modificar zonas urbanizadas y, sobre todo, al desafío de cruzar el río Manzanares. 

A finales de los años 90, la M-30 ya estaba prácticamente completa, aunque siguieron realizándose mejoras y ampliaciones en las décadas siguientes. En realidad, la autovía de circunvalación madrileña está en constante evolución. El próximo gran proyecto será el de soterrar el tramo que cruza el puente de Vallecas. Para eliminar una barrera arquitectónica y conectar de forma más fluida los barrios cercanos.

Extensión de la M-30

A día de hoy, la M-30 tiene una longitud total de aproximadamente 32,5 kilómetros, lo que la convierte en una de las carreteras urbanas más extensas de Europa. Su trazado rodea el núcleo central de Madrid, conectando con las vías principales como la A-1 (Burgos), A-2 (Barcelona), A-3 (Valencia), A-4 (Andalucía), A-5 (Extremadura) y A-6 (A Coruña). Es esencial para el tráfico de la ciudad, permitiendo que los vehículos puedan desplazarse con rapidez por la periferia sin tener que atravesar el centro urbano.

La carretera de circunvalación M-30 está compuesta tanto por tramos subterráneos como elevados. Asimismo, existen varias salidas que conectan con diferentes distritos de la capital. Una de las obras de adecuación más importantes a las que se ha enfrentado, es la construcción de los túneles que cruzan bajo el río Manzanares, para reducir el impacto visual y medioambiental, integrándola mejor en el entorno de la villa.

La M-30 actual

En la actualidad, la M-30 es una de las vías más transitadas de España. Se estima que diariamente circulan por ella entre 300.000 y 350.000 vehículos, dependiendo del tramo. Este intenso tráfico refleja la importancia de esta vía de circunvalación para la movilidad de la capital de España, siendo utilizada tanto por residentes de la ciudad como por conductores que necesitan desplazarse hacia o desde otros puntos de la región. 

A pesar de las mejoras, los atascos son comunes, especialmente en horas punta, lo que subraya la importancia de esta infraestructura. Si todo el tráfico que soporta tuviera que redirigirse por el centro de Madrid, los embotellamientos serían insufribles y los ciudadanos tardarían muchas horas en realizar cualquier tipo de recorrido. El arroyo que terminó por convertirse en autopista, probablemente, salvó a Madrid del caos.