Los cambios drásticos de temperatura no son beneficiosos para ningún tipo de vehículo, pero los coches eléctricos son particularmente sensibles a estas condiciones. Esto se debe a que la batería, uno de sus componentes clave, ve afectado su funcionamiento tanto por el frío como por el calor.
Diversos factores pueden disminuir la autonomía de un coche eléctrico, siendo las bajas temperaturas uno de los más relevantes. Según el club de automovilistas RACE, las baterías funcionan óptimamente en un rango de temperatura entre 15 y 25 grados centígrados. Fuera de este intervalo, su rendimiento disminuye notablemente, y con el frío, la capacidad de la batería puede reducirse hasta en un 20%.
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Cómo afecta el frío al rendimiento de las baterías
Las baterías almacenan energía mediante el movimiento de electrones dentro de sus celdas. Cada celda contiene un electrolito y dos placas, el ánodo (polo positivo) y el cátodo (polo negativo). Durante el proceso de carga y descarga, los electrones se desplazan del ánodo al cátodo a través del electrolito.
Cuando las temperaturas son bajas, este flujo de electrones se ralentiza debido al aumento de la resistencia interna del electrolito. Cuanto mayor sea esta resistencia, más difícil será para los electrones completar su recorrido, lo que se traduce en menor potencia, menor eficiencia y una reducción notable de la autonomía. Además, recargar la batería también toma más tiempo en condiciones frías.
Otro efecto secundario del frío es el calor generado por el aumento de la resistencia del electrolito. Este calor supone una pérdida adicional de energía, ya que una parte de la electricidad se convierte en energía térmica.
Mitigar el impacto del clima en las baterías
Los fabricantes han desarrollado sistemas para aislar las baterías y reducir su sensibilidad a las fluctuaciones de temperatura. Sin embargo, proteger las baterías del frío sigue siendo un desafío mayor. Por el contrario, frente al calor extremo, las baterías cuentan con sistemas de refrigeración para evitar el sobrecalentamiento, que podría incrementar el riesgo de incendio.
En definitiva, el frío representa un reto importante para los coches eléctricos, pero con avances tecnológicos y mejores sistemas de gestión térmica, estos vehículos están cada vez más preparados para enfrentarlo.
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