Los vehículos a pilas seducen cada vez a más gente porque para muchos usos son una opción rentable, y además hay una circunstancia que puede resultar muy convincente: un viaje en un coche eléctrico cuesta cinco veces menos que en uno de combustión. Este es uno de los datos que inclinan la balanza poco a poco hacia los motores de este tipo, según señala un estudio del comparador Rastreator.com: ahora mismo, el 57% de los españoles no descarta comprar un vehículo eléctrico o híbrido.
Curiosamente, también una razón económica frena al resto de usuarios: el precio inicial. El 22,2% de los conductores asegura que no compraría un coche eléctrico o híbrido porque cree que son caros, mientras que el 14,8% considera que la infraestructura y puntos de recarga son insuficientes. El 6% restante piensa que estos coches no tienen la autonomía que necesitan.
No obstante, la tendencia está cambiando y los fabricantes están incrementando sus inversiones para reducir sus debilidades, mejorando aspectos como los costes de producción y los rangos de uso. Poco a poco, los precios bajan y las autonomías suben.
Si esta es la línea a seguir, no parecía descabellada la estimación de la Agencia Internacional de la Energía: en 2020 habrá 20 millones de coches eléctricos en todo el mundo. De momento, en nuestro país se registraron 8.645 matriculaciones en 2017; una cifra que supuso una subida del 82% en comparación con 2016.
Por lo demás, durante el uso del vehículo, los datos resultan incontestables cuando se habla de ahorro de combustible. Recorrer 100 kilómetros con un coche eléctrico costaría 1,20 euros con recarga en tarifa nocturna, mientras que el coste en combustible es de unos cinco o seis euros, según los modelos, es decir, resulta unas cinco veces más caro.
Entonces, ¿merece la pena? Las ventajas y las desventajas se mezclan en este terreno, en función sobre todo del uso que se le dé al vehículo.
A FAVOR DEL COCHE DE COMBUSTIÓN
Precio. Los vehículos eléctricos requieren todavía inversiones mayores y aún no se fabrican a gran escala. Por eso su precio puede ser entre 5.000 y 13.000 euros más caro que en los modelos de potencias equivalentes.
Autonomía. Está mejorando, pero la mayoría de los modelos se mueven entre los 250 y los 400 kilómetros, todavía escasos para salir de la ciudad. Y son datos de homologación: en uso real los datos son entre un 20% y un 30% menores.
Recarga. Este proceso es otro de los factores que juegan en contra de los coches eléctricos porque es una evidencia que tardan mucho más en estar a punto. Las cargas estándar pueden oscilar entre las seis y las ocho horas, aunque es cierto que las rápidas (disponibles en muchos modelos) consiguen tener una batería al 80% en 30 minutos.
Infraestructura. Según un mapa elaborado por Electromaps, en España hay algo más de 2.100 puntos de recarga, sumando los públicos y los privados. Sin embargo, detrás de esta cifra se esconde otra realidad: recorrer el país más allá de Madrid es toda una aventura. En casa, lo recomendable es instalar un poste de recarga, cuyo precio ronda los 1.000 euros. En planes como el Movea suelen estar subvencionados. Con un coche de combustión no se hace tan necesario calcular recorridos, la autonomía y los lugares donde repostar.
Seguro. La tendencia apunta a la igualdad, pero hasta que ésta llegue lo cierto es que las diferencias existen. El seguro de un coche eléctrico suele ser algo más caro que el de un vehículo diésel o de gasolina. Eso sí, es una distancia que va disminuyendo poco a poco
A FAVOR DEL COCHE ELÉCTRICO
Hecha la inversión inicial, un eléctrico empieza a ser rentable a partir de los 15.000 kilómetros año. El uso mayoritario de estos vehículos suele ser urbano, pero con las autonomías actuales pueden afrontarse también viajes de media distancia.
Coste de la energía. Un coche eléctrico gasta, aproximadamente, 2,5 euros cada 100 kilómetros si se recarga con tarifa diurna. Un coste que puede bajar a 1,18 si este proceso se realiza por la noche. El coste para un coche de gasolina de potencia media es de unos 5 euros al recorrer esa distancia. Eso sí, el precio sube a 7 si el coche se utiliza sólo por la ciudad porque las constantes paradas y acelerones de la conducción urbana incrementan el gasto de un motor de combustión. Si se recorren 30 kilómetros al día, el gasto anual en un eléctrico es de 129,21 euros (tarifa nocturna), mientras que en un automóvil de gasolina la factura asciende a 766,5 euros.
Subvenciones. Los planes de ayuda del Gobierno para los vehículos eléctricos (sin aprobar aún en 2018) incluyen subvenciones de hasta 5.500 euros, más los 1.000 que se aportan por el poste de recarga. También los concesionarios, las comunidades autónomas y algunos ayuntamientos ofrecen ayudas.
Ventajas fiscales. Por un lado, los eléctricos están exentos de pagar el impuesto de matriculación. Por otro, en algunas provincias, disfrutan de descuentos en el impuesto de circulación que pueden llegar a ser del 75%.
Aparcamiento. El coste de estacionar en el centro de la ciudad o en aquellas zonas en las que el aparcamiento está regulado es cero porque, en la gran mayoría de las ciudades, este tipo de vehículos están exentos
Mantenimiento. Un vehículo a pilas necesita menos mantenimiento ya que tiene un 60% menos de piezas que uno de combustible. Según datos de Audatex, el cuidado de un coche de gasolina es un 56% más caro que el de un eléctrico.
Contaminación acústica. Según la empresa Urbiotica, especializada en IOT (Internet Of Things, en español, Internet de las Cosas) aplicado a las ciudades inteligentes, el tráfico puede causar hasta el 80% del exceso de ruido que una ciudad soporta. No es de extrañar si se tiene en cuenta la rodadura de los neumáticos, el sonido de los motores o el de los tubos de escape.
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