El coche compartido ayuda a reducir la congestión del tráfico en las grandes ciudades, a reducir la contaminación y facilita la movilidad de quienes conducen pero no tienen vehículo propio (o no quieren desplazarse con él a los centros urbanos). Muchos se animan a utilizar este tipo de transporte, también motos, pero puede que algunos no sepan las responsabilidades que se asumen al ponerse a sus mandos en estos casos.
La premisa principal no deja lugar a la duda: cuando se hace uso de este alquiler temporal, el conductor se convierte en el responsable del vehículo. Por eso conviene saber a qué se compromete el usuario cuando comparte coche, especialmente cuando se producen daños en él.
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Y, en un caso incluso más particular, cuando se registran desperfectos de los que no es culpable. La recomendación general, para evitar sustos posteriores, es hacer siempre fotos antes y después de usar un servicio de carsharing. Esta precaución puede ser especialmente útil en cuatro circunstancias concretas.
No pagar los desperfectos de otros. Las empresas de coche compartido contratan seguros a todo riesgo con franquicia, de modo que el usuario tendrá que pagar los daños hasta una determinada cantidad, que suele oscilar entre los 300 y los 600 euros. En el caso de los coches compartidos, el último conductor es quien paga, sin importar que los desperfectos sean posteriores a su uso. Por eso, antes y después de utilizar el vehículo, se deben sacar fotos de su estado general, que demostrarán que no se tenga culpa de los daños. Para casos como este, la aplicación Visualeo geolocaliza las imágenes y certifica (mediante tecnología blockchain) que las imágenes se han tomado en una fecha y hora determinadas.
El estado del interior. Hay que prestar atención también al habitáculo del coche compartido. De hecho, lo aconsejable es fotografiar cualquier desperfecto y avisar a la compañía: si no está reflejado en la aplicación correspondiente, conviene elegir otro vehículo y evitar así la posibilidad de que la empresa culpe al usuario equivocado.
Ojo con la limpieza. Antes de abandonar el vehículo, las imágenes del interior y el exterior demostrarán también el estado de limpieza. De lo contrario, la compañía de carsharing podría acusar al usuario de dejar el coche sucio y repercutirle el coste del servicio de limpieza. En caso de encontrar un vehículo sucio, conviene avisar a la empresa.
Cuidado con el estacionamiento. Días después de haber utilizado un servicio de coche compartido puede llegar una sorpresa desagradable: una sanción por estacionamiento indebido. Si no se puede demostrar que el vehículo estaba bien aparcado, no quedará más remedio que abonar la multa. Una vez más, la única manera de hacerlo es tomar una foto que demuestre que se ha estacionado correctamente. Y no solo hay que dejar el coche en un lugar permitido por la ley, sino también allí donde haya pocas probabilidades de que otro vehículo lo golpee. Lo mejor es tener evidencias gráficas de que el coche respetaba los espacios y que no estaba, por ejemplo, en lugares estrechos o con poca visibilidad.
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