Cuando Michael Mann decidió hacer una película dedicada a Enzo Ferrari, tuvo que construir realistas copias de los coches del año 1957, que serían destruidos después del rodaje. Este ha sido el final que han tenido miles de objetos porque la marca italiana no siempre es imitada con fines tan loables.
Son muchos los que utilizan a Ferrari de manera ilegal para obtener beneficios económicos o, simplemente, por notoriedad. Razón por la que, en Maranello, se toman a pecho la custodia de la marca.
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Ferrari explica en su revista lo siguiente: “Hay gente que fabrica coches falsos para venderlos a precios muy altos. Usan chasis auténticos para construir sobre ellos la carrocería de un modelo de mayor valor”. Algunos están tan bien hechos que acaban siendo subastados.
Cuando identifican uno, desde Maranello se ponen en contacto con la casa de subastas para que lo retiren y destruyan la falsificación. Lo hacen, aunque suponga emprender un arduo camino legal. Lo mismo ocurre con los vehículos modificados por terceros.
400.000 objetos destruidos en 2023
Además de la falsificación de coches, también hay quien creen que pueden engañar a la gente añadiendo el emblema del ‘cavallino rampante’ a un objeto. Esto sucede con artículos que nada tienen que ver con Ferrari como, por ejemplo, un frigorífico.
Este fue uno de los 400.000 objetos falsos que la marca destruyó en 2023. La mayoría de las falsificaciones están protagonizadas por artículos económicos y habituales. Un buen ejemplo de ello son las prendas de ropa (sobre todo las del equipo de Fórmula 1) y los accesorios.
En un mensaje de Ferrari en X, antes Twitter, se desveló que destruyeron 100.351 prendas de vestir, 17.438 pares de zapatos, 13.415 cinturones, 60.903 relojes y 91.229 gafas. A esto hay que añadir 30.161 perfumes, 57.503 carteras y 17.231 mochilas.
Desaparecieron, al mismo tiempo, 800 patinetes eléctricos, 872 réplicas en miniatura de sus modelos, 1.092 balones y 11.500 emblemas de la marca. También se deshicieron de tres coches: uno de ellos era un Ferrari 360 falso basado en un Toyota MR2.
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Desde que aprendió a hablar y escribir, una de sus pasiones siempre fue contar todo lo que pasaba a su alrededor. Hizo las maletas y cambió Zaragoza por Madrid para estudiar Periodismo en la Universidad Complutense. Antes de graduarse, el mundo del motor se cruzó en su camino… y nunca lo ha abandonado.