El estado de alarma, el confinamiento y la consiguiente reducción de la movilidad, en algunos momentos hasta niveles casi absolutos, van a pasar una costosa factura al sector de la posventa del automóvil en España. Como tantos otros, sufrirá con rigor las consecuencias de esta situación y afronta con muchas incertidumbres el futuro de su negocio.
Si los vehículos no se han utilizado durante semanas, lógicamente la necesidad de mantenimiento se reduce.
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Solera, compañía especializada en datos, aplicaciones y servicios de inteligencia para el sector de la automoción y los seguros, ha calculado que el coste de posventa por vehículo es de tres céntimos de euro por kilómetro. Durante el periodo de confinamiento, desde mediados de marzo y hasta mayo, cada conductor español ha dejado de recorrer de promedio unos 3.000 kilómetros, lo que se traduce en 90 euros por coche.
Multiplicando esta cantidad por el número de turismos, todoterrenos y comerciales ligeros que circulan por España, las pérdidas económicas para los talleres llegan a los 2.600 millones de euros, un 17% por debajo de las previsiones que se habían realizado para 2020.
Asumidos los efectos de la pandemia en sus arcas, el sector se plantea ahora cuál será la evolución para lo que resta de ejercicio. Solera diferencia en dos las actividades que se realizan en la posventa en base a un comportamiento diferente a partir de ahora. En lo que se refiere a los trabajos de carrocería, prevén una recuperación en forma de V, ya que a causa del confinamiento y la ausencia de movilidad los siniestros de chapa han caído en picado.
Diferente es el escenario para los trabajos de mecánica, donde dibujan una evolución en forma de W. En un primero momento existirá un repunte de la actividad para realizar los mantenimientos pospuestos durante estas semanas y también los necesarios para la campaña estival, mientras que a continuación se producirá una nueva caída a causa del menor desgaste de los vehículos que han permanecido inmovilizados.
El desafío, por tanto, resulta complejo para las redes de posventa, tal y como explica José Luis Gata, responsable de mercado de Solera: “Las empresas están obligadas a hacer un plan de negocio a dos años para que salga la cuenta de resultados, debido a este nuevo escenario que exige, por un lado, hacer inversiones para adaptarse a los nuevos criterios de seguridad, y, por otro lado, digitalizarse para prestar servicio a un cliente conectado y que quiere un servicio que le aporte confianza”.
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