Casi tan importante como la revisión que se debe hacer a un vehículo antes de irse de vacaciones es la que se debería realizar al volver. Este año, además, cobra una especial importancia debido a las altas temperaturas que se han alcanzado por las diversas olas de calor.
Las temperaturas extremas, junto con los largos recorridos, típicos de las vacaciones de verano, afectan de manera especial a ciertos componentes del vehículo vitales para la seguridad y cuyo estado se debe comprobar.
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La falta de revisión de estos elementos puede provocar averías mucho más costosas de reparar a posteriori, e incluso pueden llegar a comprometer la seguridad del vehículo y, por ende, de los ocupantes. El calor, los largos recorridos y el peso extra someten al coche a un sobreesfuerzo que puede desembocar en esas inoportunas y peligrosas averías.
¿Cuáles son los componentes que más sufren?
Lo primero que se debe mirar son los neumáticos. La temperatura del asfalto durante las olas de calor ha hecho sufrir mucho el caucho que compone el neumático. Lo más importante es revisar que el dibujo no se haya desgastado en exceso. En segundo lugar, hay que comprobar las presiones y volver a ajustar las recomendadas por el fabricante.
También hay que examinar el sistema de refrigeración, que con las altas temperaturas ha tenido un trabajo extra para mantener el motor a la temperatura adecuada. Se debe verificar que no haya fugas de líquido refrigerante y, sobre todo, que su nivel se sitúe entre los límites que la marca recomiende.
Sistema de frenos
Después del verano, se debe echar un vistazo también a otro fluido muy importante: el del sistema de frenos. Se trata de uno de los elementos más importantes en cuanto a seguridad, así que conviene comprobar, además, el buen estado de las pastillas y los discos.
A simple vista, se puede constatar que el grosor de las pastillas siga en los límites aconsejables y que no hayan aparecido las marcas de desgaste que estos elementos tienen. En muchos coches modernos no será necesario, porque cuentan con testigos de aviso en el cuadro de instrumentos que aconsejan el cambio de pastillas.
Aceite del motor y escobillas
Por supuesto, resulta imprescindible comprobar el nivel del aceite en el motor. Con sacar la varilla dispuesta al efecto y verificar que el nivel esté entre los límites establecidos, es suficiente. Al limpiarla con un trapo blanco, se puede ver el color del aceite. Si está muy oscuro, es hora de cambiarlo, aunque no haya cumplido los kilómetros que promete, porque el aceite es un componente esencial para mantener el motor en buen estado.
En cuanto a los limpiaparabrisas, hay que revisar que la goma esté en buen estado y no se haya agrietado o rajado. Cambiar las escobillas no supone un gasto excesivo y merece la pena ahora que, en teoría, llega una época de lluvias.
Aire acondicionado
Por otra parte, tras el verano, no está de más revisar si el aire acondicionado funciona y enfría todavía como debe. En todo caso, aunque la temperatura comience a descender, hay que acordarse de ponerlo en funcionamiento de vez en cuando, aunque sea invierno. Con esto se evitará que el sistema se agarrote y que las tuberías se agrieten por falta de uso.
Por último, y si se ha viajado a una zona costera, un buen lavado general quitará el salitre acumulado. Aunque no sea mucho, con el tiempo puede dañar la pintura o algunos componentes más importantes.
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