Dos millones de conductores británicos dan marcha atrás con los vehículos eléctricos

El primer ministro británico, Rishi Sunak, anunció hace una semana que su gobierno iba a plantear un “nuevo enfoque” en las políticas para paliar la crisis climática. Entre ellas, se incluye reducir o retrasar los objetivos para rebajar las emisiones de CO₂ en el parque automovilístico.

La intención es relajar los compromisos medioambientales que había alcanzado el país hace unos años. A pesar de no encontrarse ya dentro de la Unión Europea, el Reino Unido seguía con los mismos planes que los países miembros en cuanto a la reducción de emisiones de cara a 2030.

Entre las medidas, la que más controversia ha generado es la de retrasar cinco años, hasta 2035, el veto a la venta de automóviles de gasolina y diésel. La decisión ha sido ampliamente criticada por generar un clima de incertidumbre y desconfianza entre los conductores británicos.

Así lo expresó el primer ministro británico: “Vamos a facilitar la transición a los vehículos eléctricos, pero necesitamos más tiempo para prepararnos. Todavía se podrán comprar coches y furgonetas de gasolina y diésel hasta 2035. Incluso después de eso, se podrán comprar y vender de segunda mano”.

Más de dos millones

En un estudio que ha salido a la luz hace un par de días realizado por Kwik Fit, una empresa de servicio y reparación de automóviles en el Reino Unido, se revela el impacto inmediato que ha tenido en los usuarios el retraso del Gobierno en la prohibición de la venta de coches nuevos de gasolina o diésel. 

En la semana anterior al anuncio de Rishi Sunak de que la prohibición se retrasaría de 2030 a 2035, el 42% de los conductores que planeaban comprar un coche nuevo dijeron que sería un vehículo de bajas emisiones, ya fuera totalmente eléctrico o híbrido.

Tras el anuncio, la empresa repitió la misma pregunta a los conductores del país. Los investigadores de Kwik Fit descubrieron que la proporción de los que planean adquirir un vehículo de bajas emisiones había caído hasta el 38%, seis puntos menos.

Así, las cifras indican que el número de compradores de coches que planean elegir un eléctrico o un híbrido ha descendido en más de dos millones desde que la prohibición ha pasado de 2030 a 2035.

Gasolina o diésel

El número de conductores que planean cambiar a un modelo electrificado ha ido en constante aumento desde 2020, cuando el 33% afirmó que abandonaría los motores gasolina o diésel en la próxima compra de un vehículo. En 2022 la proporción volvió a aumentar hasta el 42%, cifra que se había mantenido estable hasta hace unas semanas coincidiendo con el anuncio del Gobierno.

Por el contrario, la proporción de conductores que tienen previsto cambiar de coche y esperan que sea exclusivamente de gasolina o diésel aumentó un 34% antes de que el primer ministro revelara que se retrasaría hasta 2035. Lo hizo hasta el 36% en la encuesta realizada inmediatamente después.

Los investigadores también preguntaron a los conductores por otras consecuencias de este aplazamiento. Así, el 46% no se planteará comprar un coche eléctrico hasta después de 2035. Por su parte, el 43% dijo que cuando la prohibición de los nuevos coches de gasolina y diésel entre en vigor en 2035, se limitarán a comprar coches de gasolina o diésel de segunda mano.

Escepticismo de los usuarios

La investigación de Kwik Fit pone de manifiesto, también, cierto escepticismo sobre el impacto real del anuncio del Gobierno. De esta manera, el 44% de los conductores afirmó que no supondría ninguna diferencia perceptible, ya que los fabricantes de automóviles dejarán de hacer nuevos coches de gasolina y diésel de aquí a 2030.

Algunos conductores, por su parte, vieron un resquicio de esperanza en la rebaja del coste de los vehículos. El 38%, eso sí, afirmó que el anuncio les invitaba a comprar un vehículo eléctrico de segunda mano, ya que pensaban que la demanda disminuiría tras el anuncio y los precios bajarían.