Mazda quiere demostrar que el lujo también puede ser práctico y sostenible. Algo que pretende con el Mazda CX-80, su nuevo modelo insignia en Europa, con el que aspiran a plantar cara a las marcas prémium que ya están consolidadas: ¿cuáles son sus armas para ello?
No existe una única respuesta para esta pregunta. El Mazda CX-80 ofrece un enfoque exclusivo en lo que a calidad y artesanía se refiere, pero, también, una presencia elegante y sofisticada. Y todo ello, sin perder de vista sus raíces japonesas.
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Origen japonés
Esa tradición se reconoce en la estética minimalista japonesa del Mazda CX-80, disponible en los tonos exclusivos Artisan Red y Melting Copper. Han eliminado todo lo innecesario y superfluo para dar forma a un coche elegante. Se aprovecha al máximo la longitud del capó y la del habitáculo para enfatizar esa distinción.
En la zaga, igual que ocurre en la parte delantera, hay elementos característicos de los SUV de Mazda como el alerón, esa luneta con una inclinación concreta o el enorme portón del maletero. Los pilotos también tienen forma de L, a juego con las luces delanteras: con esta disposición, Mazda busca dar al CX-80 un estilo amplio y más horizontal.
Como es habitual en la marca, en el habitáculo han apostado por dos conceptos de diseño japonés. ‘Kaicho’ (armonía), que se materializa en una combinación de materiales de calidad como la madera de arce; y ‘hacho’ (rotura de la simetría), que pone el acento artesanal y aporta profundidad visual.
Hay, además, otros detalles inspirados en la tradición japonesa. Un ejemplo de ello es el concepto ‘Musubu’, es decir, el arte de anudar y conectar, que ha servido de inspiración para las costuras del cuadro de instrumentos.
Calidad, artesanía… y tecnología
El cuidado de la calidad y el gusto por la artesanía se reconocen, sobre todo, en el interior del Mazda CX-80. Ha sido diseñado para ofrecer lujo discreto y minimalista siguiendo la filosofía MA, que está basada en el concepto de que menos es más.
A disposición de los ocupantes del Mazda CX-80 hay un equipamiento de serie notablemente amplio: head-up display, asiento del conductor ajustable en ocho direcciones y el del acompañante en seis, volante y asientos delanteros calefactados, climatizador trizona, pantalla táctil central TFT en color de 12,3 pulgadas y mando giratorio HMI, control por voz mediante Alexa, radio DAB con ocho altavoces, Apple CarPlay y Android Auto inalámbricos, navegación híbrida y control de crucero.
A esto hay que añadir tecnologías de vanguardia como el sistema de personalización del conductor o un avanzado sistema de monitorización con cámaras de 360º, que incluye un asistente para el gancho de remolque o una apertura del portón trasero mediante manos libres.
Practicidad
El Mazda CX-80 está concebido para adaptarse a las necesidades familiares y de confort con un claro enfoque en la comodidad y funcionalidad. Y todo esto sin perder elegancia.
Uno de los puntos fuertes está, precisamente, en la capacidad de su interior: pueden viajar hasta siete personas porque admite tres configuraciones distintas para la segunda fila de asientos.
Puede ser una banqueta para tres personas con la que el coche tendrá capacidad para siete ocupantes o tener dos asientos independientes separados por una zona de paso o por una consola (ambas con seis plazas). Ofrece, también, un ajuste longitudinal de 12 centímetros y la inclinación del respaldo se puede ajustar libremente entre 15 y 33 grados.
La tercera fila del Mazda CX-80 está diseñada para acomodar a dos personas de hasta 1,70 metros de altura. Los ocupantes viajarán con comodidad y dispondrán de elementos pensados para su confort como las salidas de aire acondicionado.
Sostenibilidad
Al estar basado en la plataforma grande, el Mazda CX-80 puede ofrecer soluciones múltiples gracias a su arquitectura escalable multisolución Skyactiv. Esto se traduce en opciones de motorización eficientes y respetuosas con el medio ambiente.
La primera de ellas es una versión híbrida enchufable, con etiqueta Cero, que combina un motor de gasolina 2.5 litros Skyactiv-G de cuatro cilindros (191 CV) con un bloque eléctrico de 129 kW (172 CV). La potencia conjunta es de 327 CV. La batería de ion-litio tiene una capacidad de 17,8 kWh, que se traduce en una autonomía eléctrica de 60 kilómetros.
La segunda opción es un diésel e-Skyactiv D de 3.3 litros y seis cilindros en línea (254 CV), que incorpora el sistema híbrido ligero M Hybrid Boost de 48 V con el que obtiene la etiqueta Eco de la DGT.
Ambas motorizaciones se complementan con una transmisión automática mediante multidiscos de ocho velocidades y con el sistema de tracción total i-Activ AWD de Mazda. El selector Mazda Intelligent Drive (Mi-Drive) permite elegir entre cinco modos de conducción: Normal, Sport, Off-Road, Towing y EV (este último sólo con la versión híbrida enchufable).
Calidad de conducción
En el Mazda CX-80, la marca japonesa ha logrado mantener ese característico comportamiento inherente a todos sus coches. Esto se traduce en una conducción ágil y precisa que no deja de lado el confort.
Para lograrlo, Mazda ha aplicado tecnologías de aislamiento y absorción acústica para reducir los ruidos desagradables al oído humano. Como resultado, en el habitáculo se puede disfrutar de un agradable silencio.
El Mazda CX-80 es, además, suave, tranquilo y predecible. Sobre el asfalto es un SUV con un comportamiento estable. La dirección es ligeramente pesada, lo justo para ser precisa y directa con el conductor, y la transmisión automática hace un buen trabajo intercambiando engranajes con suavidad. Además, el balanceo y la inclinación de la carrocería se mantienen bajo control. En definitiva, se siente como un Mazda y consolida a la marca en territorio prémium.
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