La Semana del Diseño de Milán es una cita ineludible para todos aquellos que, de una u otra manera, están relacionados con el mundo del arte. La obra más inesperada de la edición de 2023 es el prototipo de un coche italiano.
Normalmente, el modelo reside en el Museo Alfa Romeo de Arese, pero ha abandonado estas instalaciones para inaugurar la nueva tienda que la marca italiana Larusmiani ha abierto en el barrio milanés de Montenapoleone. Así es como el Alfa Romeo Carabo se ha convertido en la inesperada obra de arte de la Semana del Diseño.
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No se trata de un movimiento sin más. Tanto la boutique de Larusmiani como la última reforma que se llevó a cabo en 2015 en el museo alfista han sido ejecutadas bajo las órdenes del arquitecto Benedetto Camerana.
El Alfa Romeo Carabo, además, es el primer coche del proyecto The Automotive Gallery: una zona de exposición permanente centrada en el mundo del motor y ubicada dentro de la tienda.
Una creación de Marcello Gandini
Corría el año 1968 cuando Alfa Romeo presentó un prototipo firmado por Marcello Gandini, el autor del Lamborghini Countach, y construido por el taller de carrocerías Bertone. Era el Alfa Romeo Carabo, que estaba basado en el chasis 750.33.109 del emblemático Alfa Romeo 33 Stradale.
Su nombre se debe al carabus auratus, un escarabajo de color metálico brillante que también inspiró los tonos elegidos para la carrocería: verde con detalles en naranja. Solamente construyeron una unidad y tardaron diez semanas en darle forma.
Menos de un metro de altura
El Alfa Romeo Carabo no pasaba inadvertido por varias razones, y una de ellas eran sus medidas: 4,180 metros de largo, 1,785 metros de ancho y 0,990 metros de altura. El prototipo se convirtió en el mejor ejemplo de la estética supeditada a las prestaciones. En su diseño de cuña, todo estaba bien definido.
La carrocería estaba hecha en fibra de vidrio y las ventanillas, por ejemplo, contaban con un material llamado VHR diseñado por una empresa belga que estaba compuesto por tres capas de plástico. Todo ello contribuía a que el Alfa Romeo Carabo fuera más ligero y ágil.
Bajo ella, se encontraba un V8 de 2.0 litros que desarrollaba 230 CV y estaba asociado a un cambio manual de seis relaciones. A finales de los sesenta, era capaz de pasar de 0 a 100 km/h en seis segundos.
El futuro en los años sesenta
De su diseño exterior, llamaban la atención las lamas del frontal y la zaga, el techo de vidrio que se extendía desde la parte delantera hasta la trasera y la estructura con forma de panal, donde se escondían los faros y las salidas de escape.
Unas puertas de tijera, que se abrían con un cilindro hidráulico, daban paso a un interior donde la sensación era de amplitud. El volante se podía mover hacia la derecha para que el acceso fuera más cómodo y sencillo. No tenía los tradicionales radios, sino que dibuja una forma cónica hasta la columna de dirección.
El cuadro de instrumentos, por su parte, estaba a una considerable e inusual distancia del conductor. No en vano, 55 años después de su presentación, el Alfa Romeo sigue siendo tan futurista como entonces.
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