No todo el mundo puede o quiere comprar un coche nuevo. Además, el mercado de segunda mano ofrece muy buenas oportunidades para hacerse con un buen vehículo por mucho menos de lo que costaría nuevo.
Pero para que la inversión sea rentable, se debe cuidar el proceso de compra y no dejar pasar ciertos aspectos que pueden transformarse en una pesadilla posterior.
Estos son los principales errores que se pueden cometer:
No inspeccionar el coche de forma detallada
Aunque sea un coche que apasione, no hay que apresurarse para cerrar la venta. Porque es fundamental revisar a fondo el vehículo y comprobar el estado de todos sus elementos mecánicos y del chasis.
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Y si no todos, sí al menos los más importantes, como el motor, la transmisión, la suspensión o los frenos. La mejor manera de hacerlo, si no se tienen los conocimientos suficientes, es llevarlo a un taller de confianza.
Si se trata de un coche descapotable, no estaría de más meterlo en un lavado automático para comprobar su estanqueidad, aunque con una capota de tela no es muy recomendable hacerlo. Si tienen este componente, también se puede acudir a un autolavado.
Revisar el coche con poca luz
Si no hay luz suficiente, se pueden escapar detalles de la carrocería, del estado de los neumáticos, etc, que con la luz del día se hubieran detectado rápidamente.
Tampoco se verán posibles pérdidas de fluidos que puedan dejar manchas en el suelo y esto sí que puede ser muy importante.
Otros defectos puede que no sean vitales a la hora de la adquisición del coche, pero sí que pueden servir para poder negociar el precio del vehículo.
Si el coche se enseña en un parking y el vendedor no quiere sacarlo al exterior, es mejor no continuar con la compra.
No comprobar el historial del coche
Es un trámite muy sencillo que se puede hacer por internet en la DGT o a través de empresas especializadas como CarFax.
En este tipo de historiales se puede comprobar si tiene cargas, la fecha de las ITV, cerciorarse del kilometraje, etc.
Además, y ya que todos los motores de gasolina desde 2001 y todos los diésel desde 2004 tienen un diagnóstico de a bordo y una memoria de averías. Se puede leer en un taller o con un dispositivo de diagnóstico.
No conducirlo
Es fundamental probar el vehículo. Y se suele hacer. Pero a veces con la emoción, las prisas o cualquier otra causa, no se realiza.
Si por la causa que sea no se puede hacer, se debe posponer para realizar esta prueba en otro momento. Pero siempre hay que hacerla.
Y si el vendedor pone cualquier excusa, es mejor ver alguna otra unidad, ya que lo más probable es que intente esconder algún defecto que solo se pueda detectar en marcha cuando se esté rodando con el coche.
Comprobar sonido y reacción del motor, frenos, dirección y suspensión es lo principal a revisar, además de estar atento a posibles ruidos extraños que puedan revelar alguna avería oculta o incipiente.
No negociar el precio
Incluso cuando en el anuncio pone la famosa frase “precio no negociable” siempre hay que intentar conseguir un descuento. Porque el “no” ya se tiene.
Pero tampoco hay que pasarse, ya que el vendedor se puede ofender. Para no hacerlo hay que investigar un poco el precio de vehículos similares en el mercado, del mismo año y con similares kilómetros y equipamiento. Si se encuentran modelos más baratos, es un buen argumento para intentar bajar el precio.
Y si no se baja el precio, también se puede negociar con quién paga la transferencia, tener un seguro de averías extra, etc…
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Periodista especializado en motor desde hace más de 20 años, ha trabajado en diferentes gabinetes de prensa (Federación Española de Automovilismo o Circuito del Jarama) y medios especializados (Motor 16, Marca Motor o Auto Bild). Apasionado de coches, motos y, ahora también, de los cacharros con alas.