Ubicada a escasos 10 minutos del Circuito de Montmeló (Barcelona), en un polígono industrial catalán y en una nave que, por fuera, no refleja lo que se cuece dentro, está la fábrica de unos de los juguetes más rápidos, potentes y exclusivos del mundo: los Hispano Suiza Carmen.
Gracias a su alianza estratégica con QEV Technologies, especialistas en motores eléctricos y vencedores del Campeonato del Mundo de Fórmula E (la Fórmula 1 eléctrica) en la temporada 2014-2015, Hispano Suiza ha sido capaz de adelantarse a muchos fabricantes con más recursos y crear un vehículo muy superior a nivel técnico a la mayoría de coches 100% eléctricos existentes en el mercado.
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La fábrica no tiene nada que ver con una factoría automovilística tradicional. Unas 30 personas (de un total de 42 trabajadores) se encargan de terminar los Carmen de forma artesanal (a excepción del chasis, que se hace en una nave en Manresa por robots) y a razón de un coche cada nueve meses. Como dice Sergio Martínez, consejero delegado de la empresa, “hacemos realidad el sueño de los clientes”.
Solo 19 y solo cinco
Del Carmen solo se van a construir 19 unidades. De la edición Boulogne, solo cinco. ¿Por qué? En el primer caso, porque la marca nació en 1904 de la mano de Damián Mateu y resurgió en el 2019, por lo que ese número 19 parece que era el ideal. Los cinco del Boulogne también tienen una explicación: se construyeron cinco chasis para la Copa George Boillot, que se celebró en la localidad francesa de Boulogne hace un siglo.
¿Y por qué la mínima diferencia de diseño entre uno y otro, que se reduce al carenado o no de las ruedas traseras? Cuando se diseñó el Carmen, Miguel Suqué, nieto del fundador, era partidario de las ruedas traseras carenadas. Su hermano Javier prefería las ruedas vistas. Ahora, el diseño del Boulogne contenta también sus preferencias.
¿Y el nombre de Carmen? Cuando se reunieron los dirigentes actuales de la marca, creyeron conveniente rendir homenaje a la mujer del fundador, Damián Mateu.
Personalización hasta casi el infinito
El Hispano Suiza dispone de tres líneas de equipamiento: Heritage, Elegance y Sport. “Pero con el programa Unique Tailormade se puede personalizar hasta límites insospechados”, como dice Francesc Arenas, diseñador jefe de Hispano Suiza. Con la oferta de fábrica entre colores de carrocería o tipos y colores de tejidos y costuras interiores, existen 1.904 opciones disponibles.
Por ejemplo, el primer Carmen vendido –propiedad del empresario estadounidense Michael Fux– exhibe una carrocería de un color violeta similar al de una rosa que el propio Fux mandó a la fábrica de Hispano Suiza, pidiendo ese mismo tono para aplicar a la fibra de carbono del deportivo. Una complejidad que, al igual que otras tantas, son capaces de acometer en esta compañía española. Pero este detalle le costó al multimillonario de origen cubano otros seis meses de espera.
De momento, hay tres unidades construida (incluida la de Fux) y otras tres más en proceso de fabricación. ¿Reservas? Según Sergio Martínez, “llegan desde todas partes del mundo, pero especialmente desde Estados Unidos u Oriente Próximo”. Eso sí, tampoco se lo venden al primero que llegue con el dinero. Quieren mantener el nivel de exclusividad también en los posibles compradores. Si, por ejemplo, detectan un indicio de blanqueo de capitales, no siguen en marcha con la operación financiera.
En cuanto a su peculiar diseño, no se ha hecho al azar o por capricho. Está basado en el Dubonnet Xenia, para, según Francesc Arenas, “vincular el pasado con el presente de la marca”. Por eso, sus singulares líneas, sobre todo en la zaga, recuerdan aquel vehículo de finales de los años 30.
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Periodista especializado en motor desde hace más de 20 años, ha trabajado en diferentes gabinetes de prensa (Federación Española de Automovilismo o Circuito del Jarama) y medios especializados (Motor 16, Marca Motor o Auto Bild). Apasionado de coches, motos y, ahora también, de los cacharros con alas.