Cualquier conductor debe conformarse con viajar protegido por una pequeña talla de San Cristóbal, patrón de los conductores, o con una cinta de la Virgen del Pilar colgando del espejo retrovisor, pero si existe un vehículo santo ese es, sin duda, el papamóvil.
Desde principios del siglo XX, los sumos pontífices se han movido a bordo de coches convertidos en depositarios la historia vaticana, y hoy, cuando se cumplen 35 años del intento de atentado contra Juan Pablo II en Fátima (y un día antes del 36º aniversario del suceso protagonizado por el turco Ali Agca en la plaza de San Pedro), repasamos los modelos desde los que el mayor representante de Dios en la Tierra ha repartido sus bendiciones.
DE LAS SILLAS GESTATORIAS A LAS LIMUSINAS
Los protopapamóviles eran, como cabe imaginar, una suerte de tronos pontificios cargados a hombros desde las que el papa de turno, por encima de las cabezas de los fieles, imponía sus manos evangelizadoras. Pero estas sillas gestatorias se convirtieron en piezas de museo en los años treinta del siglo XX, cuando Pío XI comenzó a utilizar un Mercedes Nürburg 460, una “obra maestra de la ingeniería moderna”, según el propio papa.
A bordo de este prodigio, Pío XI disfrutaba de largos paseos por los Jardines Vaticanos, sentado en un sillón giratorio. La matrícula SCV (Status Civitatis Vaticanae) contaba ya con su primera edición.
La relación de la firma alemana con la Santa Sede será muy estrecha desde entonces. Son hasta 12 los vehículos fabricados por Mercedes desde aquel 460, seguido inmediatamente por el 300 d, el Mercedes Adenauer (por ser el mismo que utilizaba el canciller alemán). No en vano, y desde 1929, el Sumo Pontífice tiene la consideración de jefe de Estado.
También sobre modelos Mercedes se moverían Juan XXIII, el primer papa en viajar con aire acondicionado, y Pablo VI, al que Mercedes regaló en 1965 un modelo 600 y varios 300 SEL.
Aunque esos vehículos representativos cederían sus lujosas características en valor de la funcionalidad bajo el papado de Juan Pablo II. Porque el inicio de los viajes internacionales habían aparecido ya en la agenda de Pablo VI, cuando voló hasta la India en 1964 y circuló por las calles de sus ciudades a bordo de un Jeep Willys descapotable, o cuando paseó por Estados Unidos en el Lincoln Continental que más tarde utilizarían los primeros astronautas en pisar la Luna, pero fue Carol Wojtyla el primero en recorrer el mundo de norte a sur y de este a oeste.
UN CAMBIO DE CONCEPTO: LOS COCHES DEL “PAPA VIAJERO”
Él fue el responsable de su cambio de concepto y, aunque siempre vio con malos ojos el nombre de papamóvil por considerarlo un tanto ordinario, fue el mayor precursor de su modernización. Su primer vehículo data de 1979, un Ford Serie D utilizado durante la visita a Irlanda. A él le sucederían como coches oficiales un Mercedes 230G con una cúpula de cristal y un Fiat Campagnola, mucho más utilizado que el anterior y quizás el vehículo que más relevancia internacional acaparó por compartir, junto al papa, un episodio que sobrecogió al mundo.
13 de mayo de 1981. Plaza de San Pedro del Vaticano. Cientos de miles de fieles aclaman al papa, que saluda desde la plataforma de su Fiat. Súbitamente, entra en escena el turco Ali Agca, que dispara a bocajarro hasta en cuatro ocasiones, dejando a Juan Pablo II más cerca del Cielo que de la Tierra. El resto forma parte de los libros de texto, aunque ese suceso supondría también un punto y aparte en la historia del papamóvil. Porque hasta el momento todos los vehículos eran abiertos o, como mucho, iban provistos de una mampara sin blindaje alguno. ¿Cómo imaginar que alguien osaría disparar al mayor representante de Dios? La seguridad, desde 1981, adquiere la relevancia necesaria para proteger a tan singular figura.
Si bien Juan Pablo II jamás quiso deshacerse de su Fiat Campagnola, Mercedes vuelve a acaparar el protagonismo motorizado del Vaticano. En los noventa, fabrican varios Clase S modificados y un Clase M, aunque el papa se decanta por una nueva versión del 230G, esta vez modificado y provisto de una cúpula blindada. Porque ni él ni su sucesor, Benedicto XVI, renunciaron nunca al contacto con los fieles.
Benedicto también utilizó un Clase G en sus salidas semanales de los miércoles, aunque esta vez sin demasiadas medidas de seguridad. Puede parecer que este papa, aunque si bien contaba con el mismo gusto por la exposición pública que su predecesor, no parecía ser demasiado temeroso a ciertos peligros, siendo incluso denunciado por no llevar el cinturón de seguridad.
El último papamóvil de Benedicto XVI fue una versión del Mercedes Clase M fabricado en Estados Unidos; un vehículo híbrido, con una cabina más amplia que los modelos anteriores y, esta vez sí, blindada. Aunque todavía queda una página por escribir, una página diferente, la firmada por Francisco.
LA AUSTERIDAD DEL PAPA ARGENTINO
El huracán Bergoglio alcanza también al parque móvil vaticano. Disipada su fumata blanca, el nuevo papa comienza a remover muchas de las tradiciones papales, incluyendo la relacionada con los coches oficiales. Francisco entiende que el lujo contradice el voto de pobreza, por lo que no ha dejado de reclamar “coches más humildes para servir a Dios”, instando también a las jerarquías eclesiásticas a renunciar a las comodidades. En sus desplazamientos diarios, utiliza un modesto Ford Focus azul metalizado o un Renault 4, el famoso Cuatro Latas. También ha recuperado el Fiat Campagnola, sobre el que se le vio en su primera visita pastoral a Lampedusa y, aunque ha seguido utilizando el Mercedes G, cuenta como coche oficial con un Hyundai Santa Fe. Además, haciendo gala de gran osadía, todavía no se le ha visto parapetado tras cristales blindados en ninguna de sus visitas internacionales.
UN PAPAMÓVIL CON SELLO ESPAÑOL
El contexto no era el ideal. Ruido de sables tras el 23-F, atentados semanales de la banda terrorista ETA y una sociedad crispada. Pero 1982 era el año de España, el año del Mundial de Fútbol, y Juan Pablo II no quiso perdérselo. Seat recibió el encargo de diseñar un vehículo para la ocasión y decidió adaptar el modelo del momento, el mítico Panda, creando un coche que quedará para la Historia. Con el irrenunciable tono blanco, el escudo vaticano en sus puertas y una plataforma trasera expuesta y sin blindaje, el papa paseó por las calles de Barcelona a bordo del único papamóvil con sello español.
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