La DGT pierde sus dos helicópteros para vigilar las carreteras de Andalucía

Tráfico contaba con dos aeronaves para toda la comunidad: una está accidentada y la otra, pendiente de una revisión obligatoria.

pegasus dgt

Un helicóptero de la DGT en el aeródromo de Cuatro Vientos, en Madrid.

Un helicóptero de la Dirección General de Tráfico (DGT) se estrelló el 11 de agosto pasado en una parcela ubicada en el término municipal de La Mojonera (Almería). Según la investigación preliminar del Ministerio de Transportes, Movilidad y Agenda Urbana, “el piloto decidió aterrizar para comer junto a un restaurante al que había llamado por teléfono previamente”. 

Durante el aterrizaje “en una zona no preparada”, el movimiento del rotor principal levantó una nube de polvo que llevó al piloto a perder “las referencias visuales con el terreno” y, como consecuencia, impactar con un árbol. 

Accidente del helicóptero de la DGT

Los dos ocupantes del helicóptero resultaron ilesos, pero el helicóptero quedó destruido. Desde entonces, la DGT no cuenta con ninguna aeronave para vigilar desde el aire las carreteras de la Andalucía oriental, una zona en la que son habituales loa excesos de velocidad muy elevados, aquellos que comprometen la seguridad vial y que Tráfico persigue, precisamente, con los radares Pegasus de sus helicópteros.

Dos meses después del accidente, la base de Málaga de la DGT no cuenta con ese servicio ni hay fecha prevista para que el vehículo dañado sea sustituido, según ha publicado el diario Sur y ha podido confirmar EL MOTOR. 

A esto se añade otro inconveniente. El helicóptero con que cuenta Tráfico en la base de Sevilla está pendiente de una revisión, y tampoco se sabe cuándo podrá reincorporarse a sus tareas. Por tanto, la DGT no sobrevuela las vías andaluzas, pero, “si es necesario, los [helicópteros] que hay en Madrid pueden desplazarse a otras zonas”, matizan fuentes del organismo. 

Actualmente, Tráfico tiene operativas 11 aeronaves, seis en Madrid y el resto repartidas en las bases que se corresponden con los centros del gestión del tráfico. Es decir, A Coruña, Valencia, Valladolid y Zaragoza, más Sevilla y Málaga.

Diez años de vigilancia desde el aire

Los helicópteros de la Dirección General de Tráfico equipan los dispositivos Pegasus desde 2013. En la última década, se han convertido en uno de los sistemas más eficaces para detectar los excesos de velocidad más exagerados, pero también otras infracciones peligrosas para la seguridad vial, como adelantamientos de riesgo o casos de conducción temeraria a causa del consumo de alcohol o drogas.

Un helicóptero de la DGT en el aeródromo de Cuatro Vientos, en Madrid.

La tecnología que integran les permite calcular la velocidad de los vehículos, grabar las imágenes y transmitirlas al Centro de Tratamiento de Denuncias Automatizadas (ESTRADA). En caso de infracciones que supongan un delito contra la seguridad vial, el piloto puede contactar con la patrulla de la Guardia Civil más cercana.

Los drones de la DGT

Una de las grandes armas de los Pegasus es que pueden actuar desde una altura de 300 metros y a un kilómetro de distancia del objetivo, por lo que abarcan un amplio espacio desde su posición y pasan inadvertidos para muchos conductores. Además, son capaces de descubrir velocidades de hasta 360 km/h.

La DGT también cuenta con 39 drones para vigilar las infracciones desde el aire. Tráfico los destina, en particular, a la “detección de conductas temerarias al volante” y a la observación de los tramos de elevado riesgo de accidentes. La diferencia con los helicópteros es que vuelan a una altura de 120 metros y se desplazan a una velocidad de hasta 80 km/h, por lo que su capacidad de control es menor.

Uno de los drones de la Dirección General de Tráfico.

Sigue toda la información de EL MOTOR desde Facebook, Twitter o Instagram

Sergio Amadoz

Periodista especializado en seguridad vial. Editor y redactor de El Motor desde 2016. Empezó a escribir de fútbol en 1998 en Diario 16 y ha trabajado en varios proyectos de Prisa Media desde 2000. Licenciado en Periodismo por la Universidad de Navarra, es autor de ‘Aquí no se rinde ni Dios’ (2020).

Salir de la versión móvil