Son muchos los que utilizan a Ferrari de manera ilegal para obtener beneficios económicos o, simplemente, por notoriedad. Razón por la que, en Maranello, se toman a pecho la custodia de la marca.
Ferrari explica en su revista lo siguiente: “Hay gente que fabrica coches falsos para venderlos a precios muy altos. Usan chasis auténticos para construir sobre ellos la carrocería de un modelo de mayor valor”. Algunos están tan bien hechos que acaban siendo subastados.
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Cuando identifican uno, desde Maranello se ponen en contacto con la casa de subastas para que lo retiren y destruyan la falsificación. Lo hacen, aunque suponga emprender un arduo camino legal. Lo mismo ocurre con los vehículos modificados por terceros y con las falsificaciones.
¿Ferrari o Toyota?
Este es el punto de partida para entender por qué la Guardia di Finanza de Asti (una ciudad de la región de Piamonte, en el noroeste de Italia) destruyó un Ferrari F430. El modelo nunca había salido de las líneas de producción de Maranello porque era un Toyota MR2.
El coche fue incautado en noviembre de 2022 y su propietario no pudo engañar a la policía financiera de Asti. Una serie de peritajes, así como la presencia de técnicos especializados de Ferrari, confirmaron que era una falsificación.
El dueño fue denunciado por uso no autorizado de marcas falsificadas y las posteriores apelaciones de su abogado, ante el Juzgado de Paz y la Corte Suprema de Casación, no fueron aceptadas.

Una falsificación de calidad
Para intentar ser un Ferrari F430 modificaron tanto la carrocería del Toyota MR2 como sus rasgos más distintivos. A simple vista lo parecía porque la falsificación era de buena calidad.
El coche lucía emblemas como los del Ferrari F430, un modelo que fue fabricado entre 2004 y 2009 y cuyo diseño estaba firmado por Pininfarina. También contaba con el frontal, la zaga o los pasos de rueda dignos de uno de los coches de Maranello. Lo mismo sucedía con las llantas, las pinzas de freno o el volante.
Las investigaciones demostraron que no era un Ferrari F430 real y, a finales de junio, la policía financiera de Asti ejecutó la orden de destrucción del deportivo italiano falso. De ello se encargó una empresa autorizada, en presencia de personal designado por la marca italiana.
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