El pasado sábado, la tranquilidad de la madrugada madrileña se rompió cuando un conductor de VTC, de 33 años, arrolló a un turista británico de 35 en el paseo del Prado. El súbdito británico, que al parecer venía de una noche de fiesta, cruzó la calzada por una zona donde no había semáforos ni pasos de cebra, sorprendiendo al conductor.
Testigos presenciales no tardaron en confirmar lo obvio: el peatón iba ebrio, cruzando sin mirar. Lo que nadie esperaba es que, tras efectuar la policía el test de drogas, el conductor de VTC diera positivo.
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El turista, con un traumatismo craneoencefálico, fue rápidamente atendido por los sanitarios del SAMUR dándole trasladado al Hospital 12 de Octubre. Por suerte, su vida no corre peligro. Mientras tanto, el conductor, tras prestar declaración, fue puesto en libertad con cargos.

Concurrencia de culpas
El lío legal está servido. El asunto, para dilucidar al culpable, es interesante y, a la vez, complicado. En situaciones como esta, entra en juego la concurrencia de culpas. ¿Qué significa esto? Pues que tanto el peatón como el conductor contribuyeron al accidente. Si el turista cruzó ebrio y por una zona indebida, su conducta influyó, claro. Pero el conductor, al ir drogado, también puso en riesgo la seguridad de todos.
Desde el punto de vista legal, el que tiene más que perder es, sin duda, el conductor de VTC. A pesar de la imprudencia del peatón, conducir bajo los efectos de las drogas es un delito grave con consecuencias penales importantes. Aunque la concurrencia de culpas podría reducir la indemnización que deba asumir el seguro, la responsabilidad del conductor por ir drogado es ineludible. Es un recordatorio de que, al volante, nada de alcohol o drogas.
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