Un clásico de las calles se pasa a la electricidad de manera definitiva. En su nueva generación, el Fiat 500 dice adiós a los motores de combustión y abraza su nueva naturaleza de cero emisiones. Bajo el capó esconde un bloque eléctrico de 87 kW (118 CV) de potencia, que se alimenta de una batería de 42 kWh de capacidad.
Gracias a esta combinación puede acelerar de 0 a 100 km/h en 9 segundos, alcanza una velocidad máxima limitada a 150 km/h y homologa una autonomía de 320 kilómetros según el ciclo WLTP. Cuenta además con tres modos de conducción: Normal, Range –en el utiliza la función de pedal único, aumentado la frenada regenerativa– y Sherpa, que busca ahorrar energía al máximo, limitando la velocidad a 80 km/h y apagando sistemas como la climatización y la calefacción de los asientos.
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Para recargarse cuenta con varias opciones. Con el sistema Easy Wallbox (potencia de 3 kW) rellena su capacidad al completo en cinco horas, mientras que con el cargador rápido de hasta 85 kW se consiguen 50 kilómetros de autonomía en cinco minutos y se recarga el 80% de la capacidad en 35 minutos.
Su diseño evoluciona lo visto en su predecesor, con un predominio de las formas redondeadas, pero cambian sus proporciones debido a que, gracias al uso de una nueva plataforma, ahora es 60 milímetros más largo, 60 milímetros más ancho y 40 milímetros más alto, aumentando de paso su distancia entre ejes en 20 milímetros.
Es perfectamente reconocible como un Fiat 500, pero elimina la parrilla tradicional, que ya no es necesaria. Por otra parte, establece una marca línea de cintura que se alarga hasta el frontal, partiendo por la mitad los grupos ópticos. En cuanto a la gama, cuenta con una variante cupé y otra con un techo descapotable de lona que se pliega hacia la zaga.
El habitáculo cuenta con capacidad para cuatro personas, presenta un volante achatado en la parte inferior, un pequeño cuadro de instrumentos digital y una consola central formada por una pantalla de 10,25 pulgadas.
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Apasionado del motor desde pequeño, primero de las motos y después de los coches, con especial predilección por los modelos nipones. Lleva una década dedicándose al sector, formado primero en Autobild y desde entonces en el Grupo Prisa, probando todo lo que haga ruido... o no.