Fisker desaparece: la marca que pretendía tumbar a Tesla se declara en bancarrota

Tras unas semanas de incertidumbre, la compañía no ha logrado la inversión necesaria para evitar la quiebra.

Henrik Fisker
Henrik Fisker posa con uno de sus modelos en Los Ángeles en 2021. | Getty Images

Fisker Inc., empresa estadounidense dedicada al diseño y fabricación de vehículos eléctricos, echa el cierre tras solo ocho años de vida. La compañía fue fundada en 2016 por Henrik Fisker y su esposa Geeta Gupta-Fisker. Henrik era reconocido por su trabajo como diseñador en la industria de la automoción, habiendo trabajado en compañías como BMW y Aston Martin. Diseñó vehículos tan icónicos como el BMW Z8 o el Aston Martin DB9. 

Al lanzar la nueva firma de coches eléctricos, el matrimonio Fisker buscaba crear una marca de automóviles eléctricos con un fuerte enfoque centrado en el diseño innovador y la sostenibilidad. De hecho, uno de los pilares de la compañía en aquellos inicios era el uso de materiales reciclados y sostenibles para sus vehículos. Al igual que la gran mayoría de las marcas de la actualidad, elaboraban los interiores con botellas plásticas recicladas y redes de pesca.

La compañía quería despegar con tres modelos en su catálogo: Ocean, PEAR y Ronin. El primero, y único modelo vendido hasta la fecha, es un SUV de líneas prominentes que dispone de algunas tecnologías que no han tenido competencia, como su revolucionario techo solar, capaz de recoger los rayos del sol para generar energía gratuita que alimente la batería del vehículo. Proporcionándole hasta 2.500 kilómetros de energía limpia y sin emisiones al año.

El inicio del final

Tras una buena campaña de marketing y publicidad, las ventas del Ocean comenzaron a despegar, aunque sin llegar a los extremos marcados. A día de hoy, de la cadena de montaje han salido 7.000 Fisker Ocean. La compañía tenía marcada una previsión bastante más alta en ventas para 2024. Cabe recordar que Fisker no dispone de una fábrica en propiedad, sino que tiene un contrato de producción con Magna, que ensambla los vehículos Ocean en su factoría en austriaca. 

Aunque lo que realmente dio la puntilla a la marca estadounidense fue la evaluación que hicieron los medios especializados en automoción hace unos meses del Fisker Ocean, acumulando muchas críticas en sus pruebas. Por ejemplo, algunos sistemas del coche funcionaban ocasionalmente, y otros, como el control de crucero adaptativo, ni siquiera estaban habilitados. Esto hizo que muchos posibles compradores dieran la espalda a la marca.

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Bancarrota de Fisker

El pasado lunes por la noche, Fisker se declaró en bancarrota. El fabricante estadounidense de vehículos eléctricos estaba intentando salvar sus operaciones mediante la venta de activos y la reestructuración de su deuda, tras haber agotado su efectivo en un esfuerzo por incrementar la producción de sus SUV Ocean. A día de hoy, los concesionarios tienen más de 5.000 unidades almacenadas.

Según ha declarado la compañía, no han podido revertir la situación en las últimas semanas después de que no fructificaran sus conversaciones con una importante marca de coches (todo apunta a que era Nissan) para que invirtiera los 325 millones de euros que hacían falta para revertir la situación. En la declaración de bancarrota se han estimado activos de entre 465 y 930 millones de euros y pasivos de entre 93 y 465 millones de euros. Entre sus 20 mayores acreedores se encuentran reconocidas empresas tecnológicas como Adobe, Google o SAP.

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